Un blog personal sobre el carril bici que une Tres Cantos con Madrid y Colmenar Viejo.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Policías en bici

Esta foto la saqué el mes pasado, cuando estuve en Dublín,


Como podéis ver, son policías en bici (gardaí, como se llaman oficialmente en Irlanda, estos en concreto son gardaí ar an rothar, o sea, policías en bici). La foto es de Talbot Street, en pleno centro de Dublín.

No es algo que me haya sorprendido. Cuando vivía allí los veía a menudo en bici, sobre todo los que circulaban por el Phoenix Park.

Y yo me pregunto, ¿no podríamos tener lo mismo en Tres Cantos? Tres Cantos es ideal para moverse en bici, y no me digáis que no sería mejor entrar en los sectores peatonales con una bici que con el coche patrulla. No digo que todos los policías tengan que ir en bici, pero una parte seguro que sí.

A menudo veo que la policía local aparca dentro de los sectores con su coche, como si fuera normal (lo puedo comprender, e incluso elogiar, si se trata de una emergencia, pero yo les he visto aparcar así incluso cuando tienen que hacer inspecciones de rutina en los comercios). Hoy por ejemplo, corriendo con Cosme he tenido que esquivar un coche patrulla que iba por el Parque Central; es algo que no termina de parecerme normal.

Estoy convencido de que si fueran en bici, igual que se hace en otros países igual de europeos que este, sería mucho mejor para todos.

¿Algún lector sabe de más policías en bici en otros lugares? ¡Cuéntanoslo en un comentario!

domingo, 25 de noviembre de 2012

Cómo entrar a Madrid en bici por el norte

Si vivís en Tres Cantos o Colmenar Viejo, o si vais mucho a la Universidad Autónoma, es muy probable que os tiente pensar en ir algún día a Madrid en bici. Pero hay tres cosas que os pueden echar para atrás, y que en realidad se arreglan con información:

Mito número 1: «buf, es que ir a Madrid en bici debe de llevar mucho tiempo». Bueno, esto sólo es cierto si vais a Aluche o a Vallecas. Pero si vais a, por ejemplo, de la Universidad Autónoma a Fuencarral, os sorprenderá saber que se llega en un cuarto de hora (el autobús a veces tarda 20 minutos en pasar). O que Plaza Castilla está a 50 minutos de Tres Cantos (yendo tranquilos). En autobús o en tren a veces tardaréis más, sobre todo porque 1) a la bici no hay que esperarla, 2) no sufre atascos, y 3) con la bici vais hasta la puerta de vuestro destino, con el bus vais sólo hasta la parada y luego a andar.

Mito número 2: «Con el frío/calor/lluvia... es que no apetece nada la bici». Dice un proverbio que quien de verdad quiere algo encuentra razones, mientras que quien en el fondo no quiere... encuentra excusas. Así que si en realidad no queréis, no os comáis la cabeza, hay muchas alternativas a la bici. Pero si hay algo que os dice que debe de ser interesante, os recomiendo que veáis este vídeo de ciclistas en Copenhague, donde un contador de bicis ya va por más de tres mil, y las condiciones son mucho más duras que en Madrid. Yo como mejor arreglo esto es llevando ropa en la mochila (para cambiarme en el destino) y aprendiendo a abrigarme: el cuerpo necesita menos abrigo (porque con el ejercicio nos calentamos y el abrigo nos haría sudar), al tiempo que las manos y el cuello necesitan más (así que menos chaqueta y más guantes y bufandas).

Mito número 3: «Ya, muy bonito, pero con la M40, la M30 y todo el follón, a saber cómo se mete uno en Madrid». Esto se arregla leyendo lo que queda esta entrada, donde trataré de explicar el truco para entrar a Madrid (bueno, hay varios, claro, pero este es el más socorrido).

Supongamos que ya vais por el carril bici de la M607. Lo primero es que no os despiste la bifurcación que hay frente al Colegio de San Fernando, poco antes de la Academia de Policía. Ahí va una foto (mirando desde el norte hacia el sur):


(como siempre, pinchad en las fotos para agrandar)

Si cruzáis al otro lado de la carretera iréis hacia El Pardo, pero lo que os interesa es ir a Madrid, así que quedaros en el carril de la izquierda. Como es más estrecho, tendréis que tener más cuidado con los ciclistas que vengan en dirección contraria (sobre todo a la altura del túnel para bicis que hay más adelante, ahí yo siempre le doy al timbre para que se sepa que voy).

Un ratito después llegaréis al Puente Blanco. Otra foto:


Avanzando un poquito:


Cruzando el puente se puede ir a Montecarmelo y enlazar con el Anillo Verde Ciclista. Si esto es lo que queréis, adelante. Sin embargo, si vais a Plaza Castilla (o a la mayoría de sitios de Madrid), el Anillo Verde os sirve de muy poco, y el desvío a Montecarmelo os añadirá 1300 metros de recorrido (yo sólo lo recomiendo si vais con niños). Tampoco os conviene si queréis coger el Anillo Verde en dirección horaria (es decir, hacia el este), ya que por el puente iríais hacia atrás.

Si queréis ir a Plaza Castilla, Fuencarral, Madrid centro, o coger el Anillo Verde en sentido horario, lo ideal es seguir hacia adelante como 20 o 30 metros, donde veréis esto:


Llegados aquí, OJO, no sigáis por el carril bici. Lo repito, no sigáis por el carril bici. No está señalizado (qué vergüenza para el Ayuntamiento), pero si lo hacéis veréis que acabáis en la M607, sin separación con los coches, y además en dirección contraria. No mola.

Como veis, en la foto se ve un hueco en la valla a la izquierda. Os metéis por ahí. Hay un camino de unos 40 metros que parece de tierra porque está muy mal cuidado, pero en realidad es de cemento. Enseguida veréis en enlace de la carretera de Fuencarral, para meteros sólo tenéis que ir a la derecha, por el arcén, y luego callejeando hasta Madrid. No hay carril bici, pero se hace bien. Además muchas veces me pasa que los coches van mucho más lentos que yo por el atasco XD.

Ojo, según os incorporáis a la carretera pasaréis por un pequeño túnel. A veces hay ciclistas yendo en dirección contraria por el arcén (son los que quieren coger el carril bici de la M607 desde Fuencarral). En general, lo que se hace es dejarles que ellos vayan más arrimados a la pared, es lo más seguro (y si luego regresáis por el mismo camino, lo agradeceréis).

Por si sirve, he hecho un pequeño mapa indicativo:


Aquí, la línea roja indica la ruta que acabo de explicar (carril bici + desvío por camino de cemento a la izquierda + túnel + carretera de Fuencarral + Calle de Nuestra Señora de Valverde). La línea amarilla es el desvío cruzando el Puente Blanco y recorriendo Montecarmelo.

Si aun así no os queda claro, siempre os queda la opción de esperar un rato (cinco minutos si no son horarios raros) en el Puente Blanco y seguir o preguntar a algún ciclista. Muchos hacen el recorrido a menudo y estarán encantados de echar una mano.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Sugerencia de lectura

Con la emoción del maratón, hace unas semanas que no escribo nada sobre ciclismo urbano. Después vino el Congreso de Equo Madrid, hacia el cual he desviado gran parte de mis energías en los últimos días.

Sin embargo, a través del grupo de correo de Bici Crítica me ha llegado una historia que a pesar de ser algo larga, no lo parece por lo amena que me pareció mientras la leía. Empieza así:

«Me robaron la bici. Esta frase, desgraciadamente, es bastante común y ya no sorprende. El caso es que como a mucha gente, a mí me pasó hace un año. Una Gitane de carretera pasó a manos de un ladrón y éste, supongo, la vendió.

La bici, como para mucha gente, es mi medio de transporte por lo que fue, hablando claro, una putada que me la robaran. En el trabajo soy... »


Como dicen los textos del metro de Madrid, no te quedes en la primera página, lee el resto de la historia

martes, 6 de noviembre de 2012

De cómo me estrené en el maratón de Dublín

Hace poco menos de dos meses anuncié que iba a correr mi primer maratón. El lugar elegido fue Dublín.

Mi pseudo objetivo era terminar en no más cuatro horas. Lo de "pseudo" se debe a si hubiera tardado más no me habría pesado, ya que para mí el maratón era algo desconocido, y con lo desconocido no se juega. Al final acabé en 3:53 y bastante fresco, con lo que intuyo que en maratones venideros podré permitirme apretar más (y entrenar con más tiempo).

Llevé a Calimero (mi cámara). Estuve dudando si merecería la pena cargar con el cacharro durante cuatro horas (no sólo por el engorro, sino porque si llovía no tendría dónde meterlo). Al final me lancé y me lo llevé. Y el resultado es el vídeo que ahora quiero compartir con vosotros.


Pero hay cosas que no se ven en el vídeo. Por ejemplo, mis impresiones: a pesar de que había ido a cinco medias, y que ya he perdido la cuenta de carreras de 10 a las que he ido, no tenía ni idea de que un maratón es otro nivel. ¡Es una auténtica fiesta! El público anima un montón, llevaban carteles muy divertidos («corre, que te pillan los zombis»), nos daban comida (aparte de la de los organizadores; nunca olvidaré a los niños con las bandejas con naranjas cortadas a cuartos, la mujer que me ofreció un plátano y la ancianita que encantada me llenó la mano de gominolas)... así se hacía mucho más llevadero.

Por otro lado, varios amigos míos me esperaron en distintos lugares de la ciudad, lo cual fue estupendo. En el vídeo aparecen dos de ellos. Y como la carrera es larga, da tiempo para charlar con otros corredores y hacer amistades.

En cuanto a la carrera, no me costó especialmente. Tampoco hice un tiempazo, pero creo que es un tiempo respetable. A partir del km 28 me empezó a doler el cuarto metatarsiano, pero no me impidió correr. Era un dolor que iba y venía, como muchos dolores que aparecen en estas carreras. Bebí un montón (calculo que al menos unos dos litros en líquidos) y comí mucho (geles de los organizadores, y muchas cosas del público, como ya he comentado).

Por otro lado, las fechas estaban cerca de Halloween, que como todo el mundo sabe, no es una fiesta estadounidense, sino irlandesa (exportada desde allí a Estados Unidos, y luego a otros países vía Hollywood). Disfruté mucho viendo la decoración de las casas en estas fechas.

Y ahora que ya he superado mi objetivo de correr un maratón, tengo la pista libre para atacar mi otro objetivo de los últimos (glups, da cosa decirlo) años: correr 10K a ritmo de 7 minutos por milla (léase: completar 10 km en 42:21).

lunes, 22 de octubre de 2012

Tres Cantos - El Boalo por Manzanares el Real: 32 km

Como os comentaba en la entrada anterior, el 12 de octubre corrí de Tres Cantos a El Boalo, pasando por Manzanares el Real. Un mapa quizá ayude un poco (para ampliar, basta pinchar encima):


Un recorrido estupendo que en esta ocasión os voy a contar en vídeo.

jueves, 11 de octubre de 2012

Víspera de la carrera más larga

Mañana es el día más importante del entrenamiento del maratón que voy a correr en Dublín: ¡la carrera más larga! En contra de lo que yo pensaba, décadas de estudios, pruebas y errores en entrenadores de maratones, la carrera más larga no es tan larga como el maratón en sí. Son unos 30 kilómetros. Después toca "descansar" (que en realidad consiste en seguir corriendo varias veces a la semana, pero sin machacarse mucho) hasta el día del maratón.

Yo ya me he trazado un plan: voy a hacer Tres Cantos - El Boalo, pasando por Colmenar Viejo y Manzanares el Real, en total 32 kilómetros. Unas tres horitas de... em... no sé cómo llamarlo, pero placer desde luego no. Llamémoslo sensaciones. Ya he quedado con amigos que van a ir allí a esperarme. No escribo más porque quiero dormir bien.


Iglesia de San Sebastián Mártir, en El Boalo [Fuente: Wikipedia]

Os tendré informados ;)

lunes, 1 de octubre de 2012

Solución al problema de física eynariana

Cuatro lectores participaron en el problema de física eynariana. De ellos, tres aportaron soluciones (Xusmitronchi hace una pregunta a última hora, pero me temo que no llegará a tiempo para dar una respuesta). De estos tres,

  • la solución de Verdinha no vale, porque miró la respuesta al final del libro :P
  • Por otro lado, Oli propone una solución, pero tiene toda la pinta de ser la típica respuesta que uno se inventa en un examen a ver si cuela (oye, si cuela cuela, jeje).
  • El comentarista anónimo hace un laborioso estudio, de donde le salen dos soluciones: 1) montar en rodillo y 2) cinta de correr o gimnasio. En teoría la cinta de correr es posible, pero en la práctica tiene una delta de Dirac en la función gastos mensuales de Eynar. Podría compensar si fuera de uso regular, pero para una ocasión aislada como esta no sale práctico. Por otro lado, el gimnasio tampoco es aplicable, porque incluso si admitieran a Bebé, sería un dolor de cabeza tener que andar detrás de él cada vez que quisiera tocar un enchufe.

Primero explicaremos el problema, por si algún lector se quedó descolgado. "Traducido" viene a ser que Verdinha se va de viaje unos días y Eynar se queda él sólo con Bebé. Eynar tiene su primer maratón en poco más de un mes, y esto significa que la agenda de entrenamiento está comprimida a más no poder y no se puede perder ni un día sin arriesgarse a que le salga mal el maratón (es decir, para ser claros, que se lesione, lo cual no tiene ninguna gracia).

El comentarista anónimo encontró dos soluciones, pero en la práctica no se podían aplicar. Sin embargo, en el espacio complejo, y aplicando series de Laurent, podemos encontrar un conjunto de soluciones que son «correr con carrito de niño». La aplicabilidad de estas soluciones en el mundo real tiene un riesgo que es función del precio del carrito: cuanto más barato es, mayor es la probabilidad de que se descuajaringue entre los kilómetros 0 y 10. El carrito en cuestión no estaba especialmente preparado para correr, pero era suficientemente resistente como para intentarlo (no sin llevar encima un bonobús, por si había que volver con el carrito en dos piezas).

El resultado fue una carrera de 10 km estupenda por el carril bici entre Tres Cantos y El Goloso. Hacia el km 3 Bebé se quedó frito aunque no fuera la hora de dormir, probablemente por el vaivén del carrito. Durante la carrera observé dos expresiones faciales en los ciclistas que me crucé: unos estaban entre la sorpresa (uy, un corredor con carrito) y la indignación (ya es lo que faltaba), otros estaban entre la simpatía («da gustio verlo», me comentó un ciclista mientras veía a Bebé durmiendo a pierna suelta) y la complicidad (alguna chica me levantó el pulgar como diciendo «qué guay»). Creo que no dejé a nadie indiferente.

Sólo paré un momento en el km 5 para sacar una foto. Y como una imagen vale más que mil palabras (y ya llevo 506), os dejo con la imagen.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Problema de física eynariana

Os propongo un problema de física. Este es el enunciado (la solución en la siguiente entrada):

Sea Eynar (por poner un nombre cualquiera) un corredor aficionado que se está preparando para correr s = 42 195 metros dentro de t = 36 días.

Sea Bebé (por darle otro nombre) otro individuo nacido hace t = menos de 2 años.

Sea Verdinha (seguimos dando nombres al azar) el otro individuo (bueno, en este caso, individua) que se ocupa de Bebé junto con Eynar.

Eynar prepara la distacia s que va a correr teniendo en cuenta una función conocida f(w) = k, donde w son las semanas que faltan para correr la distancia s, y k los kilómetros que tiene que correr a lo largo de dicha semana para no lesionarse el día que corra la mencionada distancia s.

Se da el caso de que f(6) = 45. Hasta aquí todo bien.

Ahora añadimos teoría de perturbaciones para hacerlo interesante. Como perturbación se coloca a Verdinha a una distancia dV = 1099 km durante tV = 5 días, cuando la semana es w = 6.

¿Cuál es la solución para evitar que la función f(w) = k tenga una discontinuidad en w = 6?

Si alguien sabe alguna solución... ¡aprovechad los comentarios! También sirven para preguntar dudas ;)

lunes, 17 de septiembre de 2012

Preparándome para el Gran Mamporro

Según la RAE, la primera acepción de maratón es «en atletismo, carrera de resistencia en la que se recorre una distancia de 42 km y 195 m.»

Sin embargo, yo, personalmente, disiento un poco (que sí, que las definiciones de diccionario tienen que ser así, escuetas y claras, pero dejadme que añada mi reflexión, caramba). Eso es sólo la punta del iceberg. Es como decir que un premio Nobel es alguien que ha recibido dicho premio sueco. Pues técnicamente sí, pero no se lo dan a cualquiera, cada uno tiene una historia detrás, y es por esa historia por lo que se lo dan.

Un maratón es mucho más. Es, sobre todo, la preparación que hay detrás de cada corredor. Por eso, para mí, un maratón en realidad es una carrera de unos 4000 km a recorrer durante varias semanas, en las que sólo se miden los últimos 42. Esos últimos 42 km son el Gran Mamporro que se lleva el cuerpo por correr esa distancia. Según la RAE, mamporro significa «golpe, coscorrón, puñetazo». Un maratón es un poco eso. Uno le da un meneo al cuerpo, y la preparación que lleva hace que el cuerpo reaccione de una forma u otra.

Muchas personas que corren el maratón por primera vez (como yo) se ponen como objetivo simplemente terminarlo. Sin embargo, hay que añadir un matiz a este objetivo: terminarlo sin lesiones. Especialmente sin lesiones permantentes. No es poca cosa. Muchos conseguirían terminar un maratón, pero ¿a qué precio?

Hasta el 29 de octubre no podré hablar mucho de esto de primera mano, pero al parecer la complicación principal reside en este matiz de no lesionarse. Ahí es clave el entrenamiento. Yo apenas voy a tener siete semanas, porque hasta hace poco no sabía que iba a correr este maratón, pero no estoy muy preocupado, porque tampoco empiezo desde cero (hace poco hice mi mejor marca personal en los 10 km, y he corrido ya cinco medias).

Pero hay que ser muy disciplinado y no perder ni un entrenamiento. Y esto está llevando a anécdotas que iré contando.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Maratón en el horizonte

Grandes y nuevas noticias (para mí): en los próximos 50 días, muchas de mis actividades, mucho de lo que coma, de lo que corra, de lo que deje de correr... van a estar condicionados para preparar el [redoble de tambores] maratón de Dublín [aclamaciones y gritos de júbilo].

Al final todo apunta a que me voy a poder apuntar (no sé si vale la redundancia, pero me lo apunto), así que si no me lesiono durante los duros entrenamientos (50 días son siete semanas dicen por ahí), que espero que no, ahí nos veremos cara a cara los cuarenta y dos kilómetros y yo. Es muy poco tiempo, pero también es cierto que no parto de cero.

A pesar de que llevo unos cuantos años corriendo, este es el primer maratón que me planteo hacer en serio, y estoy con muchas ganas.

He planeado la carrera larga de antes del maratón, ya os contaré más de cómo va la cosa. Por supuesto, como no podía ser de otra forma en el autor de este blog, casi todos los entrenamientos serán por el carril bici que une Madrid con Tres Cantos, Colmenar Viejo y un poco más allá.

Os dejo con una foto de lo que probablemente vea hacia el km 2 (pero con menos gorros verdes, porque no será en San Patricio). Es la calle O'Connell (no, O'Donnell no, O'Connell), y el pincho que hay al fondo es el Spire.


Día de San Patricio en Dublín, 2007

sábado, 1 de septiembre de 2012

MMP en la Laguna de Santo André (Portugal)

[Nota: MMP = Mejor Marca Personal... no vaya a ser que alguno piense que es alguna otra cosa]

Los seguidores de este blog saben que el autor (o séase, yo), asiduo corredor del carril bici entre Tres Cantos y Madrid, llevaba rato intentando mejorar su mejor tiempo en los 10K.

Si mi casa fuera un país independiente ostentaría el récord nacional (nota: por «mi casa» se entiende «mi piso», porque si incluimos a la comunidad de vecinos ya me quedaría sin ostentarlo). Pero por azares del destino, no es así, con lo que mi mejor tiempo es bastante modesto. Hasta hace poco, mi mejor tiempo era de 44:59, lo justito como para poder decir que rompí la barrera de los 45. Llevaba tres años sin alcanzarla, y eso ya no podía ser. Así que me dediqué a hacer series una vez a la semana. Poco a poco empecé a tener resultados, y en junio me quedé a apenas ocho segundos de mi mejor tiempo, en la Korregato.

Así iban las cosas cuando nos fuimos a Portugal de vacaciones. Nuevos recorridos para pisotear, y nuevas carreras por buscar. Pero... ups, con el verano encima, no había mucho donde elegir. Busqué una carrera que no estuviera muy lejos, y así me encontré con una que iba a tener lugar el 14 de julio en la Laguna de Santo André.

No tenía ni idea de lo que era la laguna esta, pero la verdad es que es estupenda. Aquí os pongo un par de fotos para amenizar y entrar en contexto (no os vayáis que sigo abajo):


La laguna de Santo André


Entre la marisma y el pueblo

Chulo, ¿verdad? Pero resulta que el transporte público allí era bastante inexistente. Sin embargo, con el patrocinio inestimable de mi suegra, que puso coche y chófer, fuimos a pasar allí el día. Incluso conseguí que Verdinha se apuntara a la marcha previa de seis kilómetros.

Este era el ambientillo en el lugar poco antes de la carrera:


Ambiente previo a la carrera

Y este es el superhéroe:


Listo para meterle mano a mi mejor tiempo en 10K

La carrera era muy sencilla: un recorrido de ida y vuelta por la carretera que unía el pueblo con el resto del mundo (con un breve desvío en el km 7 o así), con apenas una subida al pincipio y otra en el medio, acabando en bajada.

Cometí el error de meterme entre la multitud al final, con lo que mi kilómetro más lento fue el primero. Los kilómetros del segundo al cuarto los hice a alrededor de 4:20, lo cual para mí es impresionante. Por un momento hasta pensé que iba a lograr antes de tiempo mi (ya famoso) objetivo de correr 10 km a 7 minutos por milla (la razón de que sea en millas no está relacionado con que el objetivo sea previo a la existencia del sistema métrico decimal, pero casi casi podría ser así). Sin embargo, luego me atasqué. La cuesta que había a la mitad del recorrido me hizo perder más segundos de los que me hubieran gustado. ¡Ay de mí! Pero todavía había esperanza. Echando cuentas vi que podría bajar de 45 si apretaba en el último kilómetro.

Así que puse todo el glucógeno en el asador (perdón, en mis piernas) y corrí todo lo que pude, haciendo el último kilómetro a 4:05.54 y con un estupendo tiempo (para mí) de 44:49.90.

Esto fue hace ya mes y medio. Desde entonces, con el calor del verano, aunque no he parado de correr (bueno, sí, diez días por una visita que tuvimos que nos desencajó un poco los horarios), he perdido un poco de forma. Pero llega el momento de atacar al famoso objetivo de hacer 10 km a 7 minutos por milla. Me he puesto de fecha límite el 28 de abril, que es cuando termina el heptón (conjunto de siete quinquetas), pero eso queda muy lejos, espero conseguirlo antes de navidades. ¡Seguiremos informando!

domingo, 19 de agosto de 2012

Discurso político sostenible

Um, veamos dos fotos, a ver qué os sugieren:



Como podéis ver, en ambas aparece un señor a la derecha con un micrófono y unos cuantos escuchando a la izquierda. Parece como alguien dando una charla. Si fuera en una sala cerrada, los oyentes llevaran banderitas y el señor que habla llevara una corbata y tuviera un atril, tendría pinta de discurso político.

Sin embargo, no hay corbata, no hay atril, y es en un espacio verde y abierto. Eso sí, aunque no se ve en la foto, algunas banderitas sí que hay. Pero quizá llamen más la atención los dos señores en bici que hay junto al señor que habla. ¿Qué es?

Pues sí, a pesar de las diferencias, es un discurso político. Pero es un discurso político diferente, porque en lugar de tratarse de un partido al uso, se trata de Equo. Para mí, lo que más marca la diferencia es que es un discurso sostenible, y no sólo por lo que se dice: los señores que van en bici, están pedaleando para hacer rodar las dinamos que dan la corriente a los altavoces y que se oiga lo que dice el señor descorbatado.

No es que gasten mucha electricidad los altavoces, si lo comparamos con lo que puede gastar una fábrica de coches. Y lo que se ahorra en aire acondicionado por estar al aire libre tampoco es mucho si lo comparamos con lo que pueden gastar las Cuatro Torres en climatización. Pero por algo se empieza, aunque sea sólo un gesto.

El pasado 4 de junio Equo cumplía un añito. Lo hemos celebrado en el lugar en que se leyó el manifiesto «Suma y sigue», el 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, de 2011. El año pasado todavía estábamos aprendiendo, y los discursos fueron un poquito más cronometrados, porque se nos acababa la batería para los altavoces. Este año sabíamos que mientras tuviéramos pedaleantes no habría problemas.

Como todo en la vida, tienes que seguir pedaleando para no caerte. Y a veces, viendo cómo se desmoronan muchas cosas a nuestro alrededor en los últimos meses, me pregunto si cambiará algo en nuestro país. En otros lugares como el estado alemán de Baden-Wurtemberg tienen un presidente de un partido equivalente, y no les va nada mal, mientras que aquí tenemos... lo que tenemos. Por suerte las cosas van cambiando, a Equo le faltó muy poquito para obtener un diputado por Madrid en las pasadas elecciones.

Algunas personas dieron un breve discurso y depués hubo una fiesta que fue muy animada gracias a la participación de un pequeño concierto del grupo La Malarazza, autodefinido como italomadrileño.


Esta última foto es cortesía de Verdinha, que fue suficientemente rápida como para usar su cámara cuando a la mía se le acabó la batería (eso me pasa por no enchufarla a la bici, en casa del herrero...).

domingo, 5 de agosto de 2012

No al chaleco reflectante obligatorio para peatones


Recientemente en la República de Bananolandia, el Ministro del Interior de dicho país señaló que todos los peatones tendrían que llevar un chaleco reflectante obligatorio en zonas urbanas.

El hecho, sin precedentes en todo el continente, conmocionó a los colectivos de peatones y a las asociaciones de andadores. Muchos alegaban que, si bien el chaleco reflectante tenía su utilidad en las carreteras interurbanas, carecía totalmente de sentido obligar a los peatones a llevarlo en zonas urbanas. Se mantenía que, si bien en algunos casos había accidentes en los que los más perjudicados eran precisamente los peatones, la mejor forma de minimizar dichos accidentes era reduciendo la velocidad en ciudad de los vehículos a motor, aumentando las zonas exclusivamente peatonales, obligando a los conductores a respetar las normas básicas de tráfico, y una serie de medidas bien conocidas por quienes estaban interesados en el tema.

Sin embargo el Ministro, poco conocedor de la realidad de los peatones (dado que iba en coche oficial en todos sus desplazamientos, y el pan siempre iba a comprarlo algún empleado o empleada suyo), en lugar de informarse acerca de la situación en otros países y de la verdadera utilidad de llevar un chaleco reflectante, fue adelante y prohibió salir a la calle sin él.

Durante un tiempo, en la República se multaron a los peatones que no llevaban el chaleco homologado. Con el tiempo, la cantidad de peatones se redujo. De vez en cuando se veía al dueño de un perro paseando a su mascota, porque no tenían más remedio. Algunos tragaron con ello, y se pusieron el chaleco para ir a comprar el pan o incluso para ir a trabajar, pero la gran mayoría prefería ir en coche a todas partes, con tal de ahorrarse alguna multa. Con el tiempo, los Ayuntamientos vieron innecesaria la existencia de aceras, y paulatinamente fueron deshaciéndose de esta infraestructura con poco uso en sus ciudades. Lo mismo les pasó a los molestos pasos de cebra (que sólo servían para entorpecer el tráfico cada vez que el dueño de un perro quería llevar al animal al otro lado). Los únicos comercios que sobrevivieron fueron los de los grandes centros comerciales (esos que tenían aparcamiento, y que no hacía falta convertirse en peatón para llegar a ellos).

Pero el principal problema no era tanto la falta de infraestructuras, o la precariedad de las mismas, como que al haber tan pocos peatones, los conductores no sabían muy bien cómo reaccionar cuando veían a uno. Por otro lado, al carecer de pasos de cebra y de aceras, aquellos que tenían el coche en el mecánico y no tenían más remedio que acercarse a la parada de autobús a pie, tenían que pasar por calles muy peligrosas, con coches que iban a gran velocidad. A su vez, los peatones que había eran casi todos peatones ocasionales (de los que iban a pie una vez al mes o así), y solía ser porque su vehículo no estaba disponible; esto implicaba que los propios peatones, por falta de costumbre, dejaron de manejarse bien en las calles: algunos cruzaban sin mirar a ambos lados (algo que antes solía ser las primeras cosas que se enseñaba a los niños), otros no eran conscientes de la distancia de seguridad de los coches. Un lío.

Con el tiempo, el efecto fue precisamente el contrario al deseado por el Ministro: si bien había menos peatones, los accidentes (y los accidentados) aumentaron. Sí, los peatones casi siempre llevaban el chaleco, pero no era de mucha utilidad si se les echaba encima un coche a 50 km/h (o, generalmente, más).

Al final, otro Ministro que había viajado más y había visto más mundo, se dio cuenta de que en otros países ir a pie a los lugares era una cosa totalmente normal, que allí tenían muchos menos accidentes porque había menos coches, y los conductores que había sabían perfectamente cómo manejarse con los numerosos peatones que llenaban las calles. Así fue como el nuevo Ministro decidió que el chaleco reflectante dejara de ser obligatorio, y en su lugar pidió a los Ayuntamientos que hicieran ciudades más amables, menos orientadas a vehículos.


Esta historia es pura ficción. Pero si cambias «chaleco reflectante» por «casco», «peatón» por «ciclista urbano», y «República de Bananolandia» por «España», milagrosamente verás como se convierte en un relato mucho más próximo a lo que estamos viviendo.

Nótese que el autor de este blog recomienda el uso del casco, y que, de hecho, se ha visto beneficiado al menos una vez por haberlo llevado. Sin embargo, una cosa es recomendar y otra es obligar. Por otro lado, el casco de ciclista tiene su utilidad para situaciones concretas (como caerse de la bici y darse con un bordillo, o encontrarse un árbol caído en medio del campo), pero sirve de bien poco si te atropella un coche (y da una falsa sensación de seguridad a quien lo lleva puesto). Lo ideal para el ciclista es que el coche no llegue a atropellarle, algo en lo que parece que tienen más experiencia en otros países (tanto ciclistas como conductores).

Quien quiera más información, tiene un montón de páginas por ahí (como esta, pero es sólo un ejemplo).

viernes, 13 de julio de 2012

Conociendo a Joaquim Agostinho

Esta entrada relata la historia entre un corredor popular bloguero (que no es lo mismo que corredor bloguero popular) y un ciclista de élite.

Empecemos por lo segundo.

Había una vez un campesino portugués de Torres Vedras de origen humilde (como pasa con muchos campesinos). Hasta los 25 no se había especializado en ningún deporte, pero el tío debía de estar bastante cachas, no se sabe si era de tanto darle a la azada o si de correr de un lado para otro en la guerra de Mozambique (que por entonces la mili no era ninguna tontería). Le dio al ciclismo como podía haberle dado a la esgrima. Pero como tenía un amigo ciclista, en lugar de un florete le dieron una bicicleta (al menos eso dicen), y dejó impresionados a quienes le vieron.

Ahí le vio un francés con bastante ojo, que se lo llevó a dar vueltas y tures, y empezó a ganar etapas. Y, aunque nunca llegó a ganar ninguna Vuelta ni ningún Tour, se quedó muy cerca. Más cerca que ningún otro portugués hasta la fecha. Así que bien se podría decir que era el Induráin de poniente.

Pero, ironías de la vida, tras haber sobrevivido al frente de la guerra de Mozambique, que seguro que era más peligroso que ir en bici por la calle, estando en una carrera (la primera en la que participaba después de cinco años de retiro), a pocos metros de la meta, se cruzó con un perro al que no le habían explicado lo que se cocía. Del perro no se sabe cómo acabó, pero de Joaquim Agostinho sabemos que se partió la cabeza en el accidente. Con ayuda, y con la cabeza abierta, logró terminar los últimos metros a duras penas. No llevaba casco (y diréis que soy un pesado, pero a las velocidades que alcanza un ciclista profesional justo antes de llegar a meta...) y la fractura debía de ser importante porque tuvieron que ingresarlo. Falleció a los pocos días.


Estatua conmemorativa en homenaje a Joaquim Agostinho en su ciudad natal


Cuando estaba en pleno auge, en su ciudad natal se hizo una competición de ciclismo internacional que circulaba en varias etapas por los alrededores (aquí más información sobre el troféu).

Ahora vamos con la segunda parte de esta historia.

Había una vez un corredor aficionado tricantino que se apuntaba a muchas carreras populares. Tenía también un blog. Se había propuesto correr 10 kilómetros a 7 minutos por milla para el 26 de agosto. La fecha no era muy buena por los calores, pero tenía la ventaja de que se iba de vacaciones cerca del mar, a Portugal, y ahí hacía más fresquito. Puesto que le sobraban unos kilos, el objetivo mencionado le resultaba complicado (tenía que hacer los 10 km en 43:30, cuando sólo una vez había conseguido bajar de 45), con lo que decidió dividirlo en objetivos más asequibles. Y no le iba mal, porque entrenando y haciendo series consiguió correr una carrera en 45:07.

Se apuntó a una carrera en Portugal, no muy lejos de Lisboa. A dos días de la carrera, tocaba hacer el último entrenamiento. Para ello se puso a mirar meticulosamente los mapas de google para conocer la zona, y encontró una ruta muy interesante. Había que subir mucho al principio, pero luego era mucho más fácil. Tras dedicar el mismo tiempo a preparar la carrera que el que iba a emplear en correr, se calzó las zapatillas y se lanzó a la calle.

El tiempo era agradable, aunque con mucho viento. Lo que le sorprendió a nuestro corredor era que la calle estaba cortada. Como en Madrid cuando hay manifestaciones (últimamente muchas). Pero siguió adelante, pensando en los doce kilómetros que tenía al frente. Al cabo de un kilómetro, en una rotonda, comprendió por qué la calle estaba cortada: parece que había una carrera de ciclismo. Un ciclista iba subiendo a lo lejos con un coche detrás asistiéndole (animándole, vaya). Pero no pasa nada, cuando pase el pelotón la cosa se tranquilizará. Pidiendo permiso a un policía, continuó su carrera por donde le indicaba el circuito. Al poco rato, pasó un ciclista como una bala con otro coche detrás. La gente estaba asomada a las ventanas de las casas y a las puertas de las tiendas para ver la prueba. Cuando pasó el ciclista, lo único que tenían para mirar era el corredor popular este que iba en dirección contraria. Al salir del pueblo, llegó otro ciclista como una bala (como para ellos era cuesta abajo, iban muy rápido, a sesenta o más por hora). Era una contrarreloj. La cosa dejó de tener gracia a la salida del pueblo: la carretera se estrechaba y había algunas curvas. En el mapa de google quedaba más bonito. Pasó otro ciclista muy veloz y muy cerca. Quién me iba a decir que me iba a dar más miedo un ciclista que un coche. Y bueno, detrás del ciclista venía el coche. Y no miraban por donde iban (es que si se trata de una carrera).


Dice el cartel: «Fue aquí en el circuito de Barro, en Navidad de 1967, cuando Joaquim Agostinho corrió por primera vez e mostró su gran talento»


El corredor estaba un poco confuso, y sobre todo, contrariado. La carrera más importante antes del gran día, y no podía correr por donde quería. Pero la seguridad era lo primero. Así que nuestro corredor dio media vuelta, y, con cuidado por los ciclistas que seguían pasando regularmente cada dos minutos, salió del circuito bajo la mirada extrañada de los espectadores. Empezó a correr aleatoriamente por el pueblo, sin saber muy bien por dónde ir, porque no había preparado el circuito. Aquí se le acababa una acera, aquí empezaba una autovía, aquí estaba lleno de semáforos... Al final, cansado de dar tumbos de un lado para otro, decidió volver a casa con apenas 35 minutos recorridos.

Entonces, nuestro corredor popular, curioso por lo que había sucedido, miró internet, se enteró de toda la historia, y como además de corredor (y ciclista urbano) era bloguero, decidió relatar lo sucedido en su blog a modo de homenaje a aquel ciclista. Y no menos contento de haber dado media vuelta y no haber acabado montando un follón tremendo como aquel perro hace 28 años (el cual se debió de sentir como nuestro corredor bloguero, porque a él tampoco le habían dicho lo que pasaba y no debía de entender qué hacían esos ciclistas yendo a toda leche por la ciudad).

miércoles, 4 de julio de 2012

Objetos perdidos en el carril bici

Hace algunos días me sorprendió la iniciativa de un compañero ciclista a quien no conozco pero que felicito desde aquí si está leyendo estas líneas.

Vayamos por partes.

Entre El Goloso y Tres Cantos hay una cuesta que si te la haces un fin de semana suelto, pues bueno, ni la notas, pero si te la haces dos veces al día acaba por parecer un grano en el pie. Yo la llamo la PGC (por Puñetera Gran Cuesta, aunque esto es un eufemismo, cuando la veo acercarse tiene un nombre ligeramente distinto). Otros ciclistas la llaman El Mortirolo, en alusión al Mortirolo original, supongo. Para que os ubiquéis os pongo un mapa (la flecha verde indica el lugar):


Ver el Mortirolo tricantino en un mapa más grande


(Las cuestas no me fastidian especialmente, pero esta en concreto me resulta como un grano en el pie, más que nada porque no comprendo por qué existe como tal: perfectamente se podría haber hecho el carril bici a pocos metros esquivando la subida).

Bueno, me estoy yendo por las ramas. Al grano.

El hecho es que hace unos días, pasando por ahí, vi esto:



Pasando así de largo no caí en la cuenta de lo que era, pero más tarde, a la vuelta, me fijé mejor, y vi lo que era:



El cartel pone: «llaves y cosas perdidas - dejar aquí».

Caramba, ¡un lugar para objetos perdidos! ¡Qué buena idea! Así que ya sabéis, ya que alguien ha sido tan majo de tener la idea, aprovechadlo.

lunes, 25 de junio de 2012

Ya tenemos página: Enbicipor3cantos.org

La agrupación de ciclistas urbanos de Tres Cantos ya tiene más de un año, y a modo de regalo de cumpleaños, nos hemos hecho una página:

Enbicipor3cantos.org

Ahí precisamente se habla, entre muchas otras cosas, del último acontecimiento del ciclismo urbano de Tres Cantos: la coincidencia de unos cincuenta ciclistas (y no sólo ciclistas, que también había alguno en monociclo) por las calles de Tres Cantos. El artículo lo podéis ver aquí.

Yo también fui y aproveché para llevarme a la familia, cosa que no se podía hacer hasta que hace poco le pusimos la sillita de bebé a Rucio.

Fue estupendo, nos encontramos alrededor de cincuenta ciclistas de todas las edades y pintas posibles. Nosotros en concreto nos tuvimos que retirar un poco antes de acabar, porque el bebé se quedó dormidito con el vaivén de la bici (aunque en cuanto paramos se despertó listo para dar guerra, para no perder la costumbre).

Está claro que no hay vuelta atrás: con el tiempo Tres Cantos será una ciudad ciclista, sin nada que envidiar a las ciudades más civilizadas de Europa.

domingo, 17 de junio de 2012

Korre gato, korre

Hoy he participado en una carrera muy divertida que consistía en correr por los carriles centrales de la Castellana. Desde Cibeles a Plaza Castilla y vuelta a Cibeles.



Fácil ¿verdad? Pos no.

Los primeros cinco km son bastante chungos. De Cibeles a Plaza Castilla hay una de esas cuestas traidoras. Traidoras, porque si quien avisa no es traidor, imagino que quien no avisa sí debe de serlo. Y esta cuesta es de las que no avisan. Sabes que está allí, pero es una pendiente suave que no se nota mucho cuando vas a pie o en bici. La cosa está en que casi no tiene descansos, es una cuesta tozuda y cabezona que no te deja tregua. Igual que hace el mar redondeando las piedras de la playa durante años, la cuesta de la Castellana me redondeó hoy la moral durante más de veinte minutos.

He sido un niño bueno. He estado haciendo series las últimas semanas (concretamente los domingos), y así como quien no quiere la cosa el otro día conseguí correr mi kilómetro más rápido hasta la fecha: 3:56.46 (del esfuerzo que hacía, cerraba los ojos tanto que casi no veía el carril bici). Por otro lado, el fondo lo he entrenado dejando la bici aparcada los viernes y yendo al trabajo corriendo (18 km).

Y se ha notado, eso sí.

Así fue como llegué a la mañana de hoy. Empezó la carrera, y notaba que estaba un poquito tocado. Empecé a arrepentirme por no haber aplazado mis 18 kms del viernes, el sábado parecía que no había sido suficiente descanso. Pero yo tiraba p'alante. Y al final del primer kilómetro veo que lo he hecho a 4:13, ¡nada mal!

Sigo corriendo sin pensar mucho en la cuesta que tengo delante. La cosa se hace notar, porque los kms dos, tres y cuatro los hago a 4:29, 4:49 y 4:32. Puf puf. Mirada fija al frente. Creo que nunca había llegado a ver tanto tiempo el coche de la policía que va al principio (el hecho de que es una cuesta ayuda por leyes obvias de perspectiva bien conocidas desde el Renacimiento, pero también influye el estar en la parte delantera del pelotón).

El último kilómetro antes de llegar a las Torres Kio fue chungo de narices. Se veía el monumento de Calatrava (qué cosa tan fea, menuda vergüenza pensar que hay que gastar 150 mil euros anuales en su mantenimiento), las Cuatro Torres se levantan imponentes detrás. Los sudores y el calor de una mañana de junio se hacen compañeros inseparables. Parece que uno no aguanta. Un poquito más, que dentro de poco empieza la bajada. Al otro lado de la Castellana pasan los primeros de la carrera, no está nada mal, no me han sacado tanto como otras veces. Se les ve en la cara la sensación de alivio de estar ya cuesta abajo (y si no, me lo imagino). Empieza el túnel que pasa debajo de la Castellana, y nosotros pasamos por la derecha. Ufff. Y entonces por fin se acaba la cuesta. Miro el cronómetro de móvil y veo que lo he hecho a 5:01, la leche. Para lograr mi objetivo de bajar de 45:37... voy con 8 segundos de retraso. Pero no está mal, porque esta era la parte difícil.

Y por fin empieza la parte facilona. Dejarse caer... ahora soy yo quien ve al otro lado las caras de sufrimiento subiendo la cuesta. Voy como un rayo y hago los km 6 y 7 a 4:25 y 4:03. A este lado de la castellana ya no hay sombra que tape el sol. Toca correr y ponerse moreno a la vez. Moreno albañil, más bien, porque la camiseta no es transparente (menos mal, que si no se verían los michelines que llevo de lastre, perdón, de combustible quería decir).

Sigo corriendo y llego al km 8 a 4:42. Ups. Se me escurrieron algunos segundos. Bueno, me habré despistado. Habrá que estar centradito. Sigo y llego al km 9 a 4:44. On no. Se me va a escapar mi objetivo. Llevo mucho retraso. Hay que pegar un tirón grande. Corro sin pensar mucho en que cada vez me va faltando un poquito más oxígeno. No pasa nada siempre que aguante hasta Cibeles. Paso Colón. Sigo. Me acerco a la meta, desde lejos veo que el cronómetro todavía dice 44 y pico. ¡Ey! Sigo acercándome. Se me escapan los 45 por poco, y llego a 45:07 (último km a 4:06), treinta segundos menos de lo que me había propuesto, y segundo mejor tiempo de siempre. Con el mérito adicional de que lo hice con cuatro kilos más que cuando corrí la 10K de Rivas a 44:59.

En la meta me esperan el nene y su padrino (a la mamá no hubo forma de convencerla para que se levantara a las 6:00 a acompañarnos). Echamos un vistazo a la cartera y vemos que por un fallo técnico sólo tenemos cinco euros y no hay posibilidad de abusar de los cajeros. Toca desayuno ligerito (o mejor dicho, baratito), lo normal en tiempos de crisis, a ver si os creéis que en Etiopía desayunaban mucho mejor los campeones de las Olimpiadas...

viernes, 8 de junio de 2012

La bici crítica de Tres Cantos cumple un año

Este mes de junio hará un año que tuvo lugar la primera masa crítica local en Tres Cantos. Todos los meses, sea invierno o verano, llueva o haga sol, haga frío o calor, el segundo martes del mes se encuentran en la Plaza del Ayuntamiento a las 20:00 aquellos ciclistas urbanos que lo desean y les apetece (aunque es raro que se salga antes de las 20:20). Allí se intercambian ideas, opiniones, palabras, noticias, iniciativas... y a continuación se da una vuelta por la Primera y la Segunda Fase (no necesariamente en este orden) de Tres Cantos, sin ruta preestablecida, como en toda masa crítica. Con calma, porque no es un evento deportivo, sino para saborear, como se saborea todo lo bueno. Con alegría y buen ánimo, porque pedalear por nuestra ciudad es un placer. Con buen humor, porque el hacer un poquito de ejercicio, aunque sólo sea de vez en cuando, desempolva los malos humos de cualquiera.

No se pide nada, ni se protesta contra nada, ni, a pesar del nombre, se critica nada (lo que no quita que individualmente los asistentes tengan sus opiniones y puntos de vista sobre cómo funcionan o deberían funcionar ciertas cosas). Tampoco es el objetivo bloquear las calles, si bien cuando somos muchos esto puede llegar a suceder (de la misma forma que todas las mañanas entre semana coinciden muchos coches en las salidas de Tres Cantos, bloqueándolas involuntariamente), pero generalmente, y siempre primando las condiciones de seguridad, se hace hueco para que puedan pasar los vehículos que comparten la calzada con las bicicletas. Simplemente se pedalea disfrutando del derecho a usar la bici como medio de transporte.

Aunque en Tres Cantos nunca he visto a nadie participar con monopatín, ni con patines, ni corriendo, sí que lo he visto en otras masas críticas como la de Dublín o la de Madrid. De hecho, la bici crítica está abierta a cualquier forma de transporte no contaminante.

Este mes tendrá lugar el próximo martes 12 de junio. Por mi parte, si no hay ningún imprevisto, lo más seguro es que también vaya.

jueves, 31 de mayo de 2012

En bici con papá

Hace poco más de un año os presentaba a un humanito recién llegado. Ahora, gracias a una sillita para bebés, podemos llevar al mini-humano en el Rucio, como se puede observar:



Aunque en la foto no parece muy entusiasmado, parece que al pequeño le van gustando los paseos mañaneros.

Es estupendo, porque ahora podemos salir los tres en bici (cuando antes si salíamos los tres tenía que ser o andando o en transporte público), se puede ir a la biblioteca, a hacer la compra, a tomar un café a cinco kilómetros sin tener que andar una hora y pico... de pronto todo es mucho más sencillo.

El único inconveniente que le veo a la sillita es que yo no quepo. Con lo cómodo que se debe de ir ahí atrás.

viernes, 25 de mayo de 2012

Tres metros que valen más que mis diez kilómetros

Si os fijáis en la columna de la derecha, he decidido atacar a un objetivo que lleva demasiado tiempo en mi lista. Lleva tanto tiempo, que se mide en minutos por milla, y no en minutos por kilómetro (indicativo de que me lo propuse cuando aún vivía en Irlanda; aunque oficialmente usan kilómetros, en la vida diaria muchos irlandeses siguen pensando en millas, y como todo se pega menos la hermosura, pues yo hacía lo propio). El objetivo es correr 10K en 7min/milla antes del 26 de agosto. Para el que no lo sepa, una milla es 1.609 km, que es algo así como si cogiéramos un kilómetro y lo aumentáramos en proporción parecida al coste del transporte público en los últimos tiempos.

Lo sé, el 26 de agosto no es buena fecha. No creo que haya carreras por entonces, y además hará un calorazo impresionante. Pero no es momento de buscar excusas para no correr, sino razones para correr.

Pues bien, como se trata de un objetivo complicado, he decidido no pensar en ello, y centrar mi motivación y mis energías en sub-objetivos más sencillos. Así, me propuse en la quinqueta anterior (que acababa el 13 de mayo) hacer 10K en 47:45, y no se me dio mal: a la primera hice 47:07 el 16 de abril en la carrera Stop Sanfilippo.

El siguiente sub-objetivo es bajar de 45:38 (los tiempos están matemáticamente medidos para acercarse gradualmente a los 43:30), antes del 18 de junio. Eso ya lo pone sensiblemente más chungo. Tenía dos cartuchos, y ya he gastado uno el pasado sábado, cuando corrí con unos amigos una carrera benéfica para la lucha contra la esclerosis múltiple, donde, por cierto, me dieron esta camiseta tan chula:



Era en la Casa de Campo. Y la verdad es que se me dio bien (hice el mejor kilómetro individual que recuerdo, a 4:18), pero... no lo suficiente. Entre el km 2 y el 4 había una señora cuesta que me hicieron correr a más de 5 min/km. Luego fui recuperando aquí y allá. Que si ahora quince segundos. Que si ahora cuatro segundos... Me apliqué a fondo y no me relajé un momento. Pero no fue suficiente, y al final acabé a 46:26. Sin embargo es un tiempo muy bueno (para estos últimos tiempos), tuve un montón de agujetas al día siguiente (más que con una media maratón), lo cual indica que me esforcé bastante. Y todavía me queda un cartucho, que no sé en qué carrera gastaré, aunque ya le tengo echado el ojo a una. En resumen, diez kilómetros geniales, de infarto, pero estupendos. Y lo mejor de todo: la rodilla no se ha quejado ni un momento (¿tendrá que ver el cambio de zapatillas? Eso ya lo hablaremos).

Y os estaréis preguntando ¿y a qué se refiere Eynar en el título con esos tres metros que tanto valen? Un amigo que me esperaba en la meta me contó algo que me ha emocionado profundamente. Parece ser que en la carrera paralela de 2300 metros había participantes con esclerosis múltiple. Yo vi alguno con muletas cuando estaba llegando a meta. Y estoy seguro de que estaban participando porque tenían dorsal. Me comentó mi amigo que uno de los corredores (o corredoras, que no me acuerdo, porque esto sólo lo sé a través de la narración de mi amigo) iba en silla de ruedas empujado por otra persona. Justo tres metros antes de la meta, haciendo un esfuerzo tremendo, se levantó de la silla y tambaleándose logró superar solo (o sola) la línea de meta.

Esos tres metros merecen todo mis respeto.

jueves, 17 de mayo de 2012

De compras en MeninaBike

Hoy voy a hacer un poco de promoción al comercio local en Tres Cantos. Concretamente de MeninBike, una de las tres tiendas de bicis que hay en Tres Cantos, y la única en la Primera Fase. No sólo venden bicis, además son unos manitas (por ejemplo, a mí me pusieron un transportín a Rocinante, cuando la bici no tenía dónde agarrarlo). Y también venden bicis de segunda mano.

En mi entrada anterior os presentaba al sucesor de Rocinante. Oli sugería en un comentario que os propusiera a vosotros, los lectores, que le pusiérais nombre a la nueva bici, pero la verdad es que tras pensarlo bastante, creo que Pegaso le viene que ni pintado. Además, es uno de los caballos mencionados en el Quijote (aunque apenas de pasada).



El dueño de MeninaBike llevaba ya algunos días poniéndome los dientes largos con la bici. Era de segunda mano (algo que de por sí me parece bien, ya que soy de la opinión de que hay que usar las cosas que ya existen antes de producir una nueva) y estaba muy bien conservada. El precio era estupendo. Y yo aguantaba, porque no me gusta el despilfarro y por otro lado Rocinante sólo necesitaba unos arreglos. La misma mañana en que Rocinante decidió jubilarse unilateralmente, nada más llegar al laboratorio llamé a la tienda para que no se me adelantara nadie. Y luego el dueño me dijo que hice bien, porque ya hubo gente preguntando por ella.

Por si os interesa, la tienda está en el Sector Pintores. En los mapas de Google os dirán que está donde yo aquí señalo con una B, pero en realidad está donde he señalado con una A. Está muy cerca de la cafetería/pastelería Lyon, para que os hagáis una idea.


ver en un mapa más grande


Si veis en la tienda a un señor calvo con una llave inglesa en la mano, le decís que vais de mi parte. No creo que os haga descuento por ello, pero seguro que le hace ilusión y así de paso se pasará por este blog a ver qué se dice de él.

Comprar en grandes superficies puede ser cómodo para algunas cosas, pero lo cierto es que a mí me gusta más algo cálido y que ayude a los pequeños comerciantes. Últimamente cada día veo más locales vacíos en alquiler por Tres Cantos (y Madrid en general), algo que me recuerda a la típica imagen de una calavera de vaca en medio del desierto. Los dos últimos en caer, La cueva de Little John y Tres Cantos Natural (este último por lo menos seguirá por internet en el enlace que os doy). Por ello, prefiero no caer en la tentación y, en la medida de lo posible, evito ir a lugares como el ***** o el *#*### (omitido por no hacer publicidad). En una tienda pequeña puede que sólo trabaje el dueño, pero seguro que así, siendo independiente, tiene mejores condiciones que si fuera empleado de una cadena multinacional (siempre que le vayan bien las ventas, claro).

domingo, 13 de mayo de 2012

La canción de Pegaso



Con seis piñones en zaga,
viento en popa, veloz biela,
no corta el carril, sino vuela
mi bici contrarreloj.
Velocípedo que llaman,
por su presteza, Pegaso,
se presenta sin atraso,
a internet por este blog.

El sol se pone en la tarde
en los radios suena el viento,
y alza en blando movimiento
hojas a arremolinar;
y va el ciclista bloguero
cantando alegre y gallardo,
El Goloso a un lado, al otro el Pardo,
y allá a su frente, Colmenar.

Rueda, velocípedo,
sin motor
que ni coche enfurecido
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Treinta minutos
hemos hecho
de Tres Cantos
a Fuencarral,
y se han llevado
un buen chasco
en cien atascos
los del Megane.

Que es mi bici mi tesoro
que es mi dios la libertad
mi ley, pedales y ruedas,
mi única emisión, respirar.

Allá muevan feroz guerra
conductores
por un palmo en carretera
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el campo baldío
donde nadie usó motores.

Y no hay calle
sea cualquiera
ni cliente
de gasolinera,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor.

Que es mi bici mi tesoro
que es mi dios la libertad
mi ley, pedales y ruedas,
mi única emisión, respirar.

lunes, 7 de mayo de 2012

Feliz cumpleaños, mamá

Hoy habrías cumplido sesenta y un años. Y la verdad es que se me hace muy raro no tener adonde llamarte para felicitarte.

Aunque nunca te llamó la atención este blog, de vez en cuando entrabas a echar un vistazo. Sé que preferías que te diera las entradas en papel.

Normalmente, aunque sea un blog personal, no acostumbro a escribir entradas muy personales aquí. Hoy he hecho una excepción. Sería estupendo que tú también hicieras una excepción y leyeras esta entrada en formato digital, estés donde estés.

Muchas gracias por haberme dado la oportunidad de vivir, y no sólo eso, sino además haberme enseñado a disfrutar de la vida.

Feliz cumpleaños, mamá.



viernes, 4 de mayo de 2012

Velocidad = trompazo

Esta mañana iba a trabajar como cada día (a pesar de la lluvia) montado en mi bici (de la que os hablaré pronto), y cuando pasaba por el tramo entre El Goloso y la UAM, me encontré con esto, a eso de las nueve:



Menudo accidente. Ya habían retirado el coche, pero los restos que quedaban demostraban que había quedado reducido a pedacitos pequeños. Se comió los bloques de cemento, como se puede ver. Sólo estaba un empleado de carreteras para recoger lo que quedaba y recolocar los bloques de cemento (imagino). Hablé con él,

EYNAR: Los días de lluvia es lo que tienen.
EMPLEADO: La lluvia no, la velocidad, porque aunque llueva, si vas más lento, estas cosas no pasan.

Muy buena corrección por su parte. Es de cajón: si llueve tienes que ir más lento. Es decir, o sales antes o llegas después. Si no te puedes permitir llegar después, sólo te queda salir antes.

domingo, 22 de abril de 2012

Réquiem por Rocinante

Sí, amigos, parece ser que los días de Rocinante (la bici de carretera que adopté hace dos años y medio) han llegado a su fin.

El bicicletero forense que le hizo la autopsia señaló lo siguiente en el parte como causa del óbito:

«desgaste puro»


Y es que le estaba metiendo unos ochocientos kilómetros mensuales. Tampoco son tantos, es lo que sale con los 18 km de ida más los 18 de vuelta al día, cinco días a la semana, más algún extra de fin de semana. Pero llevaba encima bastantes kilómetros de antes de que yo la comprara de segunda mano. Estaba mayor, igual que el caballo de quien toma su nombre, que era «rocín», pero «antes».

Una bici no muere mientras tenga el cuadro entero, porque se le puede cambiar todo lo demás. Pero si se rompe el cuadro es que has hecho mucho el burro con ella:



Se puede soldar, sí. Pero no sé, no me termina de convencer el ir con el cuadro soldado (pero igual lo hago algún día si encuentro alguien que sepa hacerlo). La bici se podría quejar de que muchos humanos también estamos soldados y no pasa nada, seguimos funcionando.

Pero estoy contento. Le he dado muchísimo uso, algo que no todo el mundo hace. Me llevó a cuestas en varias escapadillas. Y tuvo un papel protagonista en el Reto Chocolatero. Me acompañó a numerosas bicis críticas, tanto en Tres Cantos, como en otros lugares. Y recientemente incluso escribió su propia entrada (algo impropio para una bici).

Es por ello que Rocinante siempre tendrá un huequecito en el corazón de los seguidores de este blog.



(Y bueno, también en mi trastero, que tenía carné de donante de órganos... digo de piezas, jeje).

Permaneced atentos a vuestros navegadores para saber quién será su sucesor.

miércoles, 11 de abril de 2012

Patinadores y esquiadores en el carril bici

Van sobre ruedas. Pero son probablemente las ruedas más pequeñas que surcan el carril bici. Me refiero, cómo no, a esa especie casi en extinción, esa rareza que nos congratula con su presencia y aporte de diversidad para esta vía, ya de por sí destinada a una minoría de personas. Hoy hablaré de los patinadores y esquiadores sobre ruedas (y no sobre nieve) que encuentro de cuando en cuando por el carril bici. Unos usuarios que ya fueron personajes secundarios de una entrada anterior.

Como es lógico, los usuarios más habituales del carril bici son los ciclistas. Detrás vienen los corredores (que a ciertas horas de la mañana incluso diría que son mayoría, al menos en las cercanías de El Goloso), peregrinos (no es de extrañar, ya que el carril bici cubre parte del Camino de Santiago de Madrid), y senderistas. Alguna vez, muy muy raramente, he visto una moto o incluso un coche que se han colado (quiero pensar que por despiste, y no para ahorrarse el atasco).

Cuando era pequeño vi una vez a un chico patinando en la Plaza de Colón y me pareció una estupenda forma de desplazarse. Di la lata a mis padres hasta que me compraron unos patines, creo que por Navidad. Enseguida aprendí a patinar y me gustaba mucho ir al Retiro a gastar las ruedas. Sin embargo, donde vivíamos las baldosas (que tenían grandes surcos transversales) eran horribles para unas ruedas pequeñas y duras como aquellas. Uno tenía que sufrir un tremendo traqueteo que convertía en una tortura el hacer patinaje por las aceras del barrio. Así que lo fui dejando. Fue lo más parecido a hacer deporte que hice durante mis años mozos.

Por aquel entonces veía a los patines y la bici como algo que simplemente era divertido, más que una forma regular de transporte. Durante mi adolescencia lo que más hacía era andar, algo muy habitual en nuestra zona del mundo (parece que a los españoles les molesta menos que a los daneses el andar durante cuarenta minutos, y muchos lo prefieren al ir en bici durante diez minutos, que es el tiempo equivalente). Pero patinar tenía su encanto, ya que al desplazarse sin levantar los pies del suelo, uno tiene una cierta sensación de volar a ras de suelo.

Como no sería lo mismo esta entrada sin fotos, para ir concluyendo aquí os dejo con una que hice a un patinador el pasado enero, cerca de la UAM:



Una cosa que no sabía era que se podía esquiar sobre ruedas. Lo aprendí en el carril bici, viendo a personas como la chica de la foto (también cerca de la UAM):



Me pregunto si la razón principal era que la pobre tenía mono de esquí «del de toda la vida». Como sabéis, el invierno ha sido muy duro para quienes les gusta esquiar, ya que apenas ha llovido (parece que hay más nieve ahora en abril que en invierno, menos mal que por una vez se cumple aquello de abril aguas mil). En la perspectiva de la foto no se ve bien, pero son algo así como unos miniesquíes de unos setenta centímetros de largo, con ruedas al principio y al final.

lunes, 2 de abril de 2012

Propuestas para mejorar el acceso central

Ya se habló en este blog sobre los nuevos accesos al carril bici de la M607. De los tres que se han realizado, el mejor parado, desde el punto de vista del ciclista urbano diario, fue el acceso central.

Sin embargo, la seguridad de este acceso de podría mejorar enormemente sin realizar apenas gasto municipal. Actualmente el ciclista tiene tres opciones:

1) si va con niños, o si tiene muy poca experiencia como ciclista urbano, lo ideal es utilizar el puente peatonal que hay enfrente al hotel Foxá. Sin embargo, esta opción, que para un ciclista ocasional puede estar bien, no es cómoda para realizarse todos los días (por ejemplo alguien que vaya en bici a trabajar a la UAM).

2) si el pedaleante tiene más confianza, se puede subir por el puente de vehículos, que está perfectamente enlazado con el carril bici desde verano de 2011. Sin embargo, en el puente los coches pasan muy cerca y, debido a la pendiente, tienen muy poca visibilidad de lo que hay al otro lado. La pendiente a su vez obliga al ciclista a ir más lento, incrementando el tiempo de exposición a los vehículos motorizados. Esto no sólo es peligroso para los ciclistas, sino también para los conductores, ya que un no-despreciable porcentaje no son lo suficientemente prudentes ni pacientes como para esperar detrás del ciclista hasta tener visibilidad, sino que invaden parte del carril contrario para adelantarlo (no quiero pensar lo que sucedería si un día hay dos ciclistas, cada uno subiendo por un lado, y dos conductores descerebrados adelantándolos a la vez).

3) una opción intermedia es subir por el puente de vehículos, pero por el lado exterior del quitamiedos. Sin embargo, es necesario bajarse de la bici, porque es muy estrecho y hay un bordillo (cuya razón de ser es para mí un misterio, porque ya está el quitamiedos para separar).

La mejora podría ser que el ciclista pueda pasar por el puente de vehículos estando protegido por el quitamiedos (al estilo de la carretera que va de la UAM a Alcobendas), pero sin tener que bajarse de la bici. En la siguiente imagen se indican los cambios que serían necesarios:




Pincha en la imagen para ampliarla


Como se puede ver, son obras de coste insignificante para un Ayuntamiento o para la Comunidad de Madrid. Por orden de prioridad yo diría:

1) quitar el bordillo que hay en la parte exterior del puente. Esto ya haría posible (incómodo, pero posible) ir en bici sin bajarse de la misma, y supondría una sensible mejora en la seguridad de ciclistas y conductores. No creo que cueste más que lo que se gasta el Ayuntamiento en cualquier zanja.
2) secundariamente: recolocar la señal de rotonda para que no esté en medio de la entrada a la parte "segura" del puente (¿a quién se le ocurrió que quedaba bien allí?)
3) secundariamente: ensanchar el espacio entre el quitamiedos y la barandilla para que se pueda ir más cómodo. No hay mucho margen, como se puede ver en la imagen, pero sí que se pueden ganar veinte centímetros (diez simplemente desplazándola, y otros diez si en vez de sujetar el quitamiedos con estructuras de L invertida lo hacemos con estructuras verticales)
4) si hay ganas: se podría ampliar un poco el quitamiedos para que protegiera a los ciclistas durante un poco más de recorrido.

El pasado diciembre nos reunimos tres miembros de Enbicipor3cantos con el ahora alcalde de Tres Cantos (entonces concejal de urbanismo) para tratar en general del uso de la bicicleta en Tres Cantos. En la reunión, Jesús Moreno se mostró muy dialogante sobre el tema que aquí se trata y algunos otros. Sin embargo acerca de las sugerencias que aquí se indican descargó la responsabilidad a la Comunidad de Madrid, que es quien al parecer tiene competencias sobre el puente.

Mi esperanza es que desde Tres Cantos se haga llegar esta propuesta a la Comunidad de Madrid, y que la Comunidad de Madrid no se lave las manos diciendo que es competencia del Ayuntamiento. Mi temor es que se proponga hacer un acceso inútil al puente peatonal, generando más conflictos de los que ya hay entre ciclistas y peatones (cuando, además, ahora mismo quien quiera ya puede ir con la bici por dicho puente, por lo que no es necesario gastar dinero en ello).

¿Ideas? ¿Propuestas? ¿Contrapropuestas? ¿Correcciones? ¿Puntualizaciones? ¡Deja tu comentario!

jueves, 15 de marzo de 2012

Quítale la boina a Madrid

¿Cómo es posible que siquiera puedan existir imágenes como esta?

Sé que no está fotoshopeada, porque la veo prácticamente cada mañana cuando voy a Madrid a trabajar. Me voy sumergiendo en los sutiles, intocables, difuminados e indefinidos límites de la boina. Sé que en El Goloso estoy más o menos fuera. Sé que en Fuencarral estoy decididamente dentro. Si la cosa sigue así, probablemente algún día la boina será tan densa que uno será perfectamente consciente de cuando se mete dentro, igual que cuando uno se mete debajo de la ducha, o se tira a la piscina.

Lo primero que pienso cuando veo cosas como estas es que me he perdido algo, ¿acaso se está rodando una película de ciencia ficción con final apocalíptico? ¿Alguien ha montado un concierto de rock de los ochenta de esos en los que los cantantes salen de una nube de humo?

Por si fuera poco la contaminación que hay que tragar, uno tiene que seguir tragando mientras lee noticias como esta o esta.

Pero en lugar de quejarnos con los amigos en el bar, hay que hacer algo. De entrada por mi parte trato de aportar mi granito de arena tratando de hacer todos mis desplazamientos al trabajo en bici (o, a veces, corriendo), algo que me puedo permitir porque, si bien no estoy cerca, tampoco estoy muy lejos de mi trabajo (no es casualidad, fue una de las razones que me trajeron a Tres Cantos).

Si esto no es suficiente, a una escala mayor en Equo se va a llevar el problema al Congreso de los diputados (noticia que también enlazo desde el banner que he puesto arriba; sustituye temporalmente al caracol midepesos).

Las propuestas son diez, todas ellas interesantes, pero cabe destacar, por la temática del blog, los puntos 5 y 9:

5.- Reducciones de espacio en calzada. Reducción de carriles de circulación y bandas de aparcamiento, y su asignación a peatones, autobuses y bicicletas.


Es decir, que el espacio de los carriles bici sea quitándoselo a los coches de la calzada, y no quitando acera a los peatones (que además, al final lo que se hace son nefastas aceras bici que está demostrado que son más peligrosas de lo que mucha gente piensa).

Inciso: concretamente en Tres Cantos se está haciendo una de estas aceras bici en el paseo central de la Avenida de los Labradores, a cambio de la cual se han talado árboles de unos veinte años para poner especies que de autóctono tienen más o menos lo mismo que ET (como las mimosas, que me encantan, pero son originarias de Nueva Gales del Sur y Tasmania... sólo existe un lugar en el mundo que quede más lejos, Nueva Zelanda).

Y regresando al tema en el que estábamos, esta es la otra propuesta que quería comentar:

9.- Apoyo a la extensión de la bicicleta en Madrid, promoviendo su uso como medio de transporte a través del establecimiento de redes de carriles bici y sistemas de alquiler.


Aquí haría énfasis en su uso como medio de transporte, ya que las infraestructuras que se hacen habitualmente son más pensando en el ocio o en el deporte (lo cual no está mal, pero no es lo que urge en nuestras ciudades).

martes, 6 de marzo de 2012

El día de la independencia ferroviaria

Hola, soy Rocinante.

No, a pesar del nombre, no soy un caballo. Soy la bicicleta de carretera de Eynar. Para quienes no me conozcáis, Eynar me presentó en esta entrada, y ha hablado varias veces de mí.



Sé que no estáis acostumbrados a que una bicicleta escriba en un blog, y probablemente os estaréis preguntando cómo estoy tecleando en estos momentos. Sin embargo, Eynar me ha dicho que él está vago y que escriba yo.

Todo empezó el pasado verano. La cosa iba viento en popa cuando un día Eynar se rompió un dedo y dejó de usarme a mí y a Rucio, (mi compi) para ir a trabajar. Poco después cambiaron el lugar donde trabajaba a Madrid, lo cual duplicaba la distancia entre el trabajo y casa. Me venía con excusas de que las mudanzas son una lata y que si uno se tiene que adaptar a los nuevos lugares... en fin.

Yo me quedé en el cuarto de bicis a descansar y Eynar contrató a un compañero nuevo, Galgo. Un tipo engreído, especialista en distancias cortas que se las da de versátil, porque dice que cabe en cualquier sitio. Con el tiempo Galgo me desplazó y yo me quedé sin empleo. Pasé noviembre y diciembre cogiendo polvo mientras Eynar, por lo que me decían, iba cogiendo michelines al tiempo que aprovechaba los minutos extras en el cercanías para leerse la Segunda Parte de El Quijote.

Ya sabéis que cuando uno no tiene trabajo le da muchas vueltas a las cosas, y eso no puede ser bueno. Los frenos se me desajustaron, las ruedas se me deshincharon y los radios se aflojaron. Probablemente a Eynar le estaba pasando lo mismo en versión biológica. La Navidad fue muy triste, porque llevaba mucho tiempo sin tener nada que hacer. Pero entonces un buen día se abrió la puerta del cuarto de bicis. Era Eynar. Venía para decirme que tenía la sana intención de volver a las andadas, que la vida era muy cómoda yendo en tren y tal, pero que no era el estilo de vida que le gustaba. ¡Qué ilusión! ¡Volvía a tener trabajo! Volverían los paseos matutinos por el campo. Y los días que Eynar hiciera el camino corriendo, yo podría descansar.

Eynar dedicó bastante tiempo en ponerme a punto. Me cambió las cubiertas de las ruedas por otras con más agarre, más urbanas. Le dio la vuelta a mi manillar, con lo que se podía ir más erguido. Luego en Menina Bike me pusieron un transportín (que no fue fácil, porque no tenía por dónde agarrarlo), y más tarde un cesto (que a Eynar le ahorraba mucho tiempo cada día, ya que antes pasaba mucho rato colocando la mochila con pulpitos).

El 30 de diciembre fuimos por primera vez al trabajo Eynar y yo juntos. Ya habíamos ido muchas veces a Madrid, pero no con la idea de que fuera algo regular para hacer a diario.

Me sentía de maravilla. ¡Volvía a ser útil! Galgo se dedicó principalmente a transportar a Verdinha dentro de Tres Cantos y yo hacía el trabajo duro.

Duro. Esa es la palabra. Un buen día Eynar se acordó de cuando consiguió la independencia autobusera (es decir, el día en que consiguió, por primera vez tras cinco meses y medio, completar una semana seguida yendo a trabajar usando sólo la bici o sus zapatillas de correr). Y sintió nostalgia. Pensó que era hora de conseguir la independencia ferroviaria. Es decir, nada de usar el tren (bueno, en realidad, nada de usar cualquier cosa que no fuera un servidor o sus zapatillas de correr).

Lograr este objetivo se hizo complicado. No es difícil hacerlo un día, pero hacerlo una semana seguida, con las vicisitudes de cada momento, es harina de otro costal. El jueves me dijo que quería correr y que sólo le llevase hasta la UAM. Así lo hice. Me quedé allí, atada, y él siguió corriendo. Yo pasé la noche en la UAM, como tantas veces que Eynar aplicó la fórmula 1+2+1. A la mañana siguiente, el viernes, yo me esperaba que volvería corriendo para que yo terminara el viaje con él hasta Madrid. Pero sorpresa: ¡resulta que venía andando! ¿Qué habría pasado?

Me contó que la tarde anterior, cuando se fue corriendo, su rodilla izquierda empezó a doler más y más. Nada muy grave, pero que podría echar a perder el reto que nos traíamos entre manos. La idea de venir a recogerme en bus era muy tentadora. Pero como es tan cabezota, al final decidió que no. Que si no se podía correr, que se lo haría andando. La rodilla molestaba para correr, pero andar sí que lo aceptaba sin amenazar con una lesión. Puso el despertador una hora antes, y en una hora y cuarenta ya estaba en la UAM.

Esa misma tarde volvimos juntos. Misión cumplida.

Quien lea estas líneas podría pensar que Eynar me ha prometido una cadena nueva a cambio de que ande haciendo publicidad de él para que pueda presumir de que pedalea mucho y tal. Nada más lejos. Precisamente lo pongo como ejemplo de que la gran mayoría de vosotros también podría hacerlo (si quisiera). Si alguien como Eynar, que tuvo una de las infancias y juventudes más sedentarias posibles, se anima a ir de Tres Cantos a Madrid y vuelta cada día, ¡probablemente pueda casi cualquiera!

Así que os animo a ello. Si os cuesta hacer una hora de bici diaria, siempre podéis hacerlo gradual: primero proponeros un día a la semana (los viernes suelen ser una buena opción). Si os gusta, vais haciendo más días. Y si no, pues oye, lo dejáis, que nadie os obliga.

martes, 28 de febrero de 2012

Procesionarias tricantinas

Hay señales inequívocas de que se está acabando el invierno y que empieza la primavera. Una de estas señales es el florecimiento de los almendros, del que ya se habló el año pasado.

Otra señal interesante es que deja de llover tanto (al menos hasta abril), aunque la verdad es que este año me he quedado con la impresión de que el otoño se ha juntado con la primavera. Yo mentalizándome de que me tocaba mojarme... y resulta que nada, ni cuatro gotas han llegado a ser. Está claro que el agua es muy valiosa, y también lo tienen claro quienes desean privatizar el Canal de Isabel II (algo que quizá aún se pueda cambiar aportando un granito de arena este fin de semana que viene).

Pero, publicidades subliminales aparte, centrémonos en el tema de esta entrada de hoy. En esta ocasión me he fijado en una de esas señales de que andamos a finales de febrero (y no me refiero a la factura de la calefacción): las procesionarias, Thaumetopoea pityocampa para los pedantes, y para los más prácticos, esas curiosísimas oruguitas que salen de sus nidos para desplazarse en fila india. Al parecer no se sabe a ciencia cierta por qué van todas juntas así. Yo imagino que será para que los pajarracos se piensen que se trata de un bicho más grande y menos interesante para comer (como una culebra de las que también hay por el carril bici, por ejemplo). Interesante es saber que, según parece, la primera de la fila dará lugar posteriormente a una hembra. Probablemente sea porque en esta especie los machos se desentienden de llevar la responsabilidad de guiar al grupo. No es algo raro eso de que los machos eludamos responsabilidades, por ejemplo en nuestra especie sucede en lo que se refiere a la responsabilidad de cambiar los pañales del niño (y si no fijaros como, en pleno siglo XXI, todavía hay muchos establecimientos que tienen el cambiador exclusivamente en el aseo femenino; mismamente en Tres Cantos conozco un sitio de esos, en el Centro Comercial La Rotonda, en un restaurante que pertenece a una conocida cadena en la que predomina el color rojo...).

Volviendo a las procesionarias, que con tanta cháchara las habíamos dejado un poco de lado, decir que me da mucha pena cuando las veo pisadas y aplastadas. Pasa a menudo en el carril bici durante el amanecer o el atardecer, que es cuando pasan ciclistas y corredores por ahí y las procesionarias andan de procesión.

El otro día me fijé en un grupo que andaba por ahí al atardecer y les lancé esta fotito, que, como siempre, podéis ver ampliada si pincháis encima:



Y como es tarde, voy a concluir esta entrada, no sin pedir disculpas por la brusquedad de la despedida y los desvaríos múltiples.

martes, 21 de febrero de 2012

A golpe de michelín

Si sois observadores, habréis visto que he cambiado la descripción del blog.

La anterior estaba ya algo gastada. Arreglarla me costaba más que comprar una descripción nueva, algo muy habitual en estos tiempos de consumo que corren... Desde el principio hasta hace algunos meses clamaba:

«Unas veces soy ciclista, otras corredor, según el día. Al empezar mi doctorado, me he ido a vivir a Tres Cantos con la idea de usar a diario el carril bici que une Colmenar Viejo con Madrid para ir a trabajar al Centro de Biología Molecular, en la Universidad Autónoma. En este espacio trato de transmitir mis impresiones.»


Más tarde, cuando el conjunto de mi laboratorio se mudó al CNIC, tuve que hacer un añadido custodiado por dos fornidos paréntesis:

«(Actualización de 2012: ahora trabajo en Chamartín, pero sigo yendo en bici desde Tres Cantos... al fin y al cabo, ¡sólo tardo quince minutos más que en tren!)»


Pero me daba problemas. Se caía continuamente, y día sí día también, tenía que sujetarla con cinta a adhesiva o pinzas para que aguantara.

Así que me fui a una tienda de descripciones de blogs que me habían recomendado. Les pedí presupuesto para una descripción nueva y me ofrecieron una de oferta que ponía:

«Sí, se puede trabajar en Madrid, vivir en Tres Cantos e ir al trabajo en bici diariamente (de hecho, sólo se tarda un cuarto de hora más que en tren). Y algunas veces incluso se puede hacer corriendo. Aquí narro mis aventuras por el carril bici que acompaña a la M607, y que recorro dos veces cada día.»


Estaba tirada de precio, y estuve a punto de llevármela. Pero como dicen que lo barato sale caro, preferí esperarme por si encontraba algo mejor, no fuera que esta también empezara a caerse.

E hice bien, porque rebuscando en el mercadillo de ideas de los domingos, di con esta que me encantó:

«Aventuras de un tricantino que va a trabajar a diario a Madrid usando sus michelines como único combustible.»


Así que para disfrute de todos los lectores, la he colocado ahí arriba.