(pinchad para ver mejor)
jueves, 27 de enero de 2011
Tres mil kilómetros con Rocinante
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domingo, 23 de enero de 2011
Haciendo canicross con Cosme
Ayer por fin compré mi equipo de canicross tras varios meses viendo cómo la Pingüina Veloz nos ponía los dientes largos a Cosme y a mí con sus aventuras. Hay que agradecer a Verdinha una subvención sustancial. Y sin perder más tiempo, esta misma mañana nos pusimos en marcha con excelentes resultados. Aquí están las pruebas:
En la foto estamos corriendo entre la Zona Industrial y Soto de Viñuelas (sí, ya sé que la foto ha sido un poco desafortunada con los colchones de fondo, pero bueno).
Para quienes les pueda interesar, decir que el equipo, si bien parece caro, no lo es tanto. Además de que al parecer dura bastante (lo que no es poco en la era de la obsolescencia programada), es una inversión en salud humano-canina, ya que con el equipo de canicross se unen los centros de gravedad del humano (ya que se usa un cinturón del que sale la línea de tiro) con el centro de gravedad del perro (dado que el perro lleva un arnés). Es muy cómodo y realmente así sí que es un gustazo correr (antes no corría nada con él porque era muy incómodo: él tiraba con el cuello de mi mano... qué barbaridad).
El equipo se puede comprar en internet, en speedogs.com, pero yo prefería comparar el material y escoger yo mismo, probándolo con el perro antes de llevármelo, así que siguiendo el consejo de la Pingüina Veloz, me fui ayer a Veterinarea, que está en Villalba. No tengo coche, pero no fue un problema, porque está a cinco minutos de la estación de Cercanías de Los Negrales, y ya se sabe que (al contrario que el resto de Renfe y Metro) Cercanías admite perros de cualquier tamaño siempre que lleven bozal.
El equipo completo me costó 84.45, que desglosado es:
* Cinturón de canicross: 40 euros,
* Línea de tiro: 18.50 euros,
* Arnés standard X-BACK: 25.95 euros.
En cuanto al carril bici, es mejor no correr por ahí con Cosme, porque es un poco brutito y me preocupa que tire a algún ciclista, pero aquí en Tres Cantos tenemos montones de campo por donde hacer canicross :)
Ya iré contando por aquí nuestras aventuras.
En la foto estamos corriendo entre la Zona Industrial y Soto de Viñuelas (sí, ya sé que la foto ha sido un poco desafortunada con los colchones de fondo, pero bueno).
Para quienes les pueda interesar, decir que el equipo, si bien parece caro, no lo es tanto. Además de que al parecer dura bastante (lo que no es poco en la era de la obsolescencia programada), es una inversión en salud humano-canina, ya que con el equipo de canicross se unen los centros de gravedad del humano (ya que se usa un cinturón del que sale la línea de tiro) con el centro de gravedad del perro (dado que el perro lleva un arnés). Es muy cómodo y realmente así sí que es un gustazo correr (antes no corría nada con él porque era muy incómodo: él tiraba con el cuello de mi mano... qué barbaridad).
El equipo se puede comprar en internet, en speedogs.com, pero yo prefería comparar el material y escoger yo mismo, probándolo con el perro antes de llevármelo, así que siguiendo el consejo de la Pingüina Veloz, me fui ayer a Veterinarea, que está en Villalba. No tengo coche, pero no fue un problema, porque está a cinco minutos de la estación de Cercanías de Los Negrales, y ya se sabe que (al contrario que el resto de Renfe y Metro) Cercanías admite perros de cualquier tamaño siempre que lleven bozal.
El equipo completo me costó 84.45, que desglosado es:
* Cinturón de canicross: 40 euros,
* Línea de tiro: 18.50 euros,
* Arnés standard X-BACK: 25.95 euros.
En cuanto al carril bici, es mejor no correr por ahí con Cosme, porque es un poco brutito y me preocupa que tire a algún ciclista, pero aquí en Tres Cantos tenemos montones de campo por donde hacer canicross :)
Ya iré contando por aquí nuestras aventuras.
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martes, 18 de enero de 2011
El reto chocolatero - 884 km
Bueno, tras el momento de pánico pos-trancazo, pos-navideño y pos-viajes de diciembre, me he puesto a pedalear como un descosido ante cualquier oportunidad, y parece que ya va teniendo la cosa mejor pinta. De hecho, ahora mismo me faltan 117 km, lo cual es una distancia que sé que soy capaz de recorrer en un único día si se tercia. Aunque probablemente lo haga en cómodos plazos durante los próximos trece días que aún tengo.
Pero lo de los últimos días no ha sido un camino de rosas. Daba la impresión de que los elementos se habían aliado contra mí (probablemente querían chocolate, pero no les corresponde porque no dejaron comentario en su momento). Vayamos uno por uno:
Aire: pues sí, este ha sido el más toca***os. La estrategia del aire consistió en negarse a permanecer dentro de las cámaras de aire (perdón por la redundancia). Estos días he tenido numerosos pinchazos. El colmo fue cuando en dos días tuve nada menos que ¡cinco! pinchazos. Cambiar una cámara de aire es una lata, y normalmente lo habría dejado para otro día y me habría llevado a Rucio. Pero en esta ocasión me armé de paciencia y cambié las cámaras de aire todas las veces que hizo falta. El por qué pinché tanto es aún un misterio, porque además no eran pinchazos de estos que se ve el agujero, sino de los que te tienes que bajar de la bici cada dos kilómetros a hinchar la rueda.
Agua: el agua se dedicó a aguarme pero bien el domingo 9 de enero, cuando quedé con Oli. Justo en medio de la carrera cayó una tromba de agua que me dejó a remojo para el resto de la tarde, como si fuera un kilo de lentejas que se van a cocinar al día siguiente. Por otra parte el agua se alió con el aire para hacer una niebla espesa, pero esto no molestó especialmente (gracias a que el carril bici está separado físicamente de los coches, y menos mal).
Tierra: este gracioso elemento se compinchó con el aire para hacer que me pegara un peñazo y acabara por los suelos hace unos días. Resulta que con la rueda un poco deshinchada, pero no completamente (lo justo como para que uno no se baje a hincharla) me dediqué a girar en la rotonda de entrada a Tres Cantos. En eso que la cubierta dejó paso a la llanta, ésta se deslizó y ¡PUM! por los suelos. Pantalones rotos y tres amables conductores que se ofrecieron a ayudarme, aunque no hizo falta porque por suerte estaba todo bien (menos los pantalones y la cámara de aire, claro).
Fuego: este es el único elemento que creo que no ha participado, lo cual se agradece, ¡sólo me faltaba salir chamuscado!
Así que esta es la situación del reto chocolatero. No hay que cantar victoria antes de tiempo, así que estad atentos a vuestros monitores.
Pero lo de los últimos días no ha sido un camino de rosas. Daba la impresión de que los elementos se habían aliado contra mí (probablemente querían chocolate, pero no les corresponde porque no dejaron comentario en su momento). Vayamos uno por uno:
Aire: pues sí, este ha sido el más toca***os. La estrategia del aire consistió en negarse a permanecer dentro de las cámaras de aire (perdón por la redundancia). Estos días he tenido numerosos pinchazos. El colmo fue cuando en dos días tuve nada menos que ¡cinco! pinchazos. Cambiar una cámara de aire es una lata, y normalmente lo habría dejado para otro día y me habría llevado a Rucio. Pero en esta ocasión me armé de paciencia y cambié las cámaras de aire todas las veces que hizo falta. El por qué pinché tanto es aún un misterio, porque además no eran pinchazos de estos que se ve el agujero, sino de los que te tienes que bajar de la bici cada dos kilómetros a hinchar la rueda.
Agua: el agua se dedicó a aguarme pero bien el domingo 9 de enero, cuando quedé con Oli. Justo en medio de la carrera cayó una tromba de agua que me dejó a remojo para el resto de la tarde, como si fuera un kilo de lentejas que se van a cocinar al día siguiente. Por otra parte el agua se alió con el aire para hacer una niebla espesa, pero esto no molestó especialmente (gracias a que el carril bici está separado físicamente de los coches, y menos mal).
Tierra: este gracioso elemento se compinchó con el aire para hacer que me pegara un peñazo y acabara por los suelos hace unos días. Resulta que con la rueda un poco deshinchada, pero no completamente (lo justo como para que uno no se baje a hincharla) me dediqué a girar en la rotonda de entrada a Tres Cantos. En eso que la cubierta dejó paso a la llanta, ésta se deslizó y ¡PUM! por los suelos. Pantalones rotos y tres amables conductores que se ofrecieron a ayudarme, aunque no hizo falta porque por suerte estaba todo bien (menos los pantalones y la cámara de aire, claro).
Fuego: este es el único elemento que creo que no ha participado, lo cual se agradece, ¡sólo me faltaba salir chamuscado!
Así que esta es la situación del reto chocolatero. No hay que cantar victoria antes de tiempo, así que estad atentos a vuestros monitores.
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sábado, 15 de enero de 2011
Iluminación del carril bici Madrid - Tres Cantos - Colmenar Viejo
Hoy toca hablar un poco del carril bici en sí. Y es que siempre hay alguno que me pregunta que qué tal está iluminado, lo cual en invierno no es moco de pavo por aquello de que los días son más cortos.
Veamos una foto de una noche como otra cualquiera, poniendo el ISO al máximo que me deja Ceniciento (mi cámara):
Lo primero es decir que independientemente de la iluminación, uno tiene que llevar luces cuando el sol se pone. Es un buen hábito que no hace daño. Y es que vernos los unos a los otros nunca está de más. Además, por el carril bici hay corredores y paseantes (además de jabalíes), y aunque una minoría llevan luces por la cuenta que les trae, no es su obligación, sino la del ciclista, la de llevar luces. La obligación de corredores y paseantes es ir por la izquierda para ver de frente a las bicis.
Contado este rollo diré que la iluminación es desigual en el carril bici, y toda la que hay procede íntegramente de las farolas de la M-607 (si descontamos la Luna, que nos deleita con su plateada compañía durante los días que le corresponden, con el beneplácito de las nubes que pudieran aparecer). Esto trae una serie de consecuencias:
1) Lo bueno: que, dado que la M-607 está muy bien iluminada, una buena parte del carril bici está bastante bien iluminado. Ahora viene lo malo...
2) Puesto que en algunos tramos el carril bici se aparta ligeramente de la M-607, esas zonas tienen poca o muy poca iluminación (como por ejemplo la zona de las encinas de la mitad del camino).
3) Los túneles más largos del carril bici (especialmente los que hay entre Madrid y la UAM) son algo oscuros y uno llega a pensar que puede aparecerse el Coco en cualquier momento.
4) Algunas veces, por la razón que sea, las farolas de algunos tramos de la M-607 no funcionan. Uno teme por sus piños en estas ocasiones. Esto lo he observado especialmente en la zona de Tres Cantos (¡¡el que se haya apoyado sobre el interruptor que se aparte, leches!!). Cuando pasa esto, resulta muy incómodo, porque los faros de los coches deslumbran y uno tiene que ir con cuidado para no estamparse (por suerte es imposible que nos atropellen aquí).
5) El carril bici que bordea la M-616 (el que se bifurca a Alcobendas desde la UAM, para entendernos) no tiene tanta suerte como la M-607, y no tiene iluminación alguna, salvo excepciones como la zona de la rotonda de entrada a la UAM. cuando voy corriendo por ahí (es decir, a pie) me tengo que guíar con los faros de los coches que pasan para asegurarme de que no hay nada por el suelo. Menos mal que casi todo este carril está separado por un buen quitamiedos. A los conductores no sé, pero a mí sí que me quita el miedo.
En resumen, la mayor parte del carril bici podría hacerse sin necesidad de luces (que no, que no estoy animando a nadie a que no use luces, lo comento sólo para dar la idea). Sin embargo, debido a las zonas puntuales en las que la iluminación es mala, recomiendo llevar luces no ya para que nos vean, sino también para poder ver los obstáculos que pudiera haber. Aunque recomiendo que si tu luz es muy, muy potente, tengas cuidado de no deslumbrar a los ciclistas que vienen por el otro lado (me ha pasado en un par de ocasiones, y es realmente muy molesto). Los extremos son malos, ya sabéis.
Veamos una foto de una noche como otra cualquiera, poniendo el ISO al máximo que me deja Ceniciento (mi cámara):
Lo primero es decir que independientemente de la iluminación, uno tiene que llevar luces cuando el sol se pone. Es un buen hábito que no hace daño. Y es que vernos los unos a los otros nunca está de más. Además, por el carril bici hay corredores y paseantes (además de jabalíes), y aunque una minoría llevan luces por la cuenta que les trae, no es su obligación, sino la del ciclista, la de llevar luces. La obligación de corredores y paseantes es ir por la izquierda para ver de frente a las bicis.
Contado este rollo diré que la iluminación es desigual en el carril bici, y toda la que hay procede íntegramente de las farolas de la M-607 (si descontamos la Luna, que nos deleita con su plateada compañía durante los días que le corresponden, con el beneplácito de las nubes que pudieran aparecer). Esto trae una serie de consecuencias:
1) Lo bueno: que, dado que la M-607 está muy bien iluminada, una buena parte del carril bici está bastante bien iluminado. Ahora viene lo malo...
2) Puesto que en algunos tramos el carril bici se aparta ligeramente de la M-607, esas zonas tienen poca o muy poca iluminación (como por ejemplo la zona de las encinas de la mitad del camino).
3) Los túneles más largos del carril bici (especialmente los que hay entre Madrid y la UAM) son algo oscuros y uno llega a pensar que puede aparecerse el Coco en cualquier momento.
4) Algunas veces, por la razón que sea, las farolas de algunos tramos de la M-607 no funcionan. Uno teme por sus piños en estas ocasiones. Esto lo he observado especialmente en la zona de Tres Cantos (¡¡el que se haya apoyado sobre el interruptor que se aparte, leches!!). Cuando pasa esto, resulta muy incómodo, porque los faros de los coches deslumbran y uno tiene que ir con cuidado para no estamparse (por suerte es imposible que nos atropellen aquí).
5) El carril bici que bordea la M-616 (el que se bifurca a Alcobendas desde la UAM, para entendernos) no tiene tanta suerte como la M-607, y no tiene iluminación alguna, salvo excepciones como la zona de la rotonda de entrada a la UAM. cuando voy corriendo por ahí (es decir, a pie) me tengo que guíar con los faros de los coches que pasan para asegurarme de que no hay nada por el suelo. Menos mal que casi todo este carril está separado por un buen quitamiedos. A los conductores no sé, pero a mí sí que me quita el miedo.
En resumen, la mayor parte del carril bici podría hacerse sin necesidad de luces (que no, que no estoy animando a nadie a que no use luces, lo comento sólo para dar la idea). Sin embargo, debido a las zonas puntuales en las que la iluminación es mala, recomiendo llevar luces no ya para que nos vean, sino también para poder ver los obstáculos que pudiera haber. Aunque recomiendo que si tu luz es muy, muy potente, tengas cuidado de no deslumbrar a los ciclistas que vienen por el otro lado (me ha pasado en un par de ocasiones, y es realmente muy molesto). Los extremos son malos, ya sabéis.
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miércoles, 12 de enero de 2011
De Plaza Castilla a la UAM en bici (vídeo)
Parece ser que ayer mismo alguien se ha currado un vídeo describiendo con pelos y señales la manera de llegar a la Universidad Autónoma de Madrid desde Plaza Castilla.
Aunque no suelo poner en el blog material que no haya creado yo mismo, si hay que hacer una excepción, ¡esta es una! Aquí os lo dejo:
Lógicamente, llegando a la UAM, es ya muy fácil ir en bici hasta Tres Cantos, Colmenar Viejo, etc. Sólo tenéis que seguir por el carril bici hacia el norte.
Aunque no suelo poner en el blog material que no haya creado yo mismo, si hay que hacer una excepción, ¡esta es una! Aquí os lo dejo:
Lógicamente, llegando a la UAM, es ya muy fácil ir en bici hasta Tres Cantos, Colmenar Viejo, etc. Sólo tenéis que seguir por el carril bici hacia el norte.
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