Un blog personal sobre el carril bici que une Tres Cantos con Madrid y Colmenar Viejo.

martes, 4 de agosto de 2009

Jabalíes por el carril bici

Dicen que si las meigas no existen, pero que haberlas haylas. Algo parecido se dice de los jabalíes tricantinos. Y bueno, meigas no he visto por el carril bici, pero de los jabalíes ya sí que puedo hablar en primera persona.

Ya me lo había dicho Risco, que había una madre y cuatro pequeñines no tan pequeñines.

Fue muy emocionante ver el primero. Lo vi la noche del dos al tres de julio, cuando me traía a Rucio a Tres Cantos desde Madrid. Era medianoche y media, y estaba hacia el km 4 SRTC, es decir, cerca del primer puente rojo que se encuentra uno cuando va de El Goloso a Tres Cantos.

Si no fuera por lo que me había comentado Risco, habría pasado desapercibido. Pero yo estaba alerta, y montado en la bici oí una especie de "sgronffff". Paré y miré. Ahí estaba, escarbando debajo de un árbol, a ver si encontraba petróleo, digo yo. Intenté hacerle una foto, pero la cámara me enfocó la valla metálica que había entre él y yo. Y claro, no tuve una segunda oportunidad: se dio cuenta de mi sospechosa presencia y huyó despavorido. ¡Ni que fuera yo un meigo! ¡No corras tanto, caramba, si soy vegetariano! Nada, que no hubo manera. Será que me vio con cara de Obelix (espero que me viera con cara de Obelix, porque si me viera con cuerpo de Obelix me preocuparía). Si ligar fuera igual de difícil se extinguiría la humanidad por falta de... ejem.

Al día siguiente volvía yo de haber salido por ahí con los compañeros del máster. Eran más o menos las cuatro de la mañana (para que no se diga que no pedaleo a cualquier hora), y si me hubiese encontrado un aquelarre en medio del carril bici no me hubiera extrañado demasiado. Sin embargo no fue así, y lo que me encontré fue a la familia Jabátez al completo, poco antes del hito de piedra del km 654 a Santiago de Compostela. Parecían la madre y los cuatro jabalíes adolescentes de los que me habló Risco. Aquí no me dio tiempo ni a sacar la cámara: la madre salió pitando y se metió por un agujero en la reja. Le siguieron los jabatos a una velocidad que ya me gustaría alcanzar a mí en mis carreras.

Pero lo que más me sorprendió fue que, poco después (tras pedalear unos cinco minutos, y ya poco antes del Hotel Foxá), me encontré con unos cuantos jabalíes más. No creo que fueran los mismos que antes, porque, aunque los anteriores se fueron a toda prisa, no pudieron ir más rápido que yo con la bici (ya que además, tendrían que haber bordeado por detrás el colegio que hay ahí). Aquí había por lo menos dos adultos y unos cuatro jabatos pequeños. Estaban más tranquilos, y me dio tiempo a sacar la siguiente foto donde aparecen dos de ellos:



No conseguí sacar una foto mejor, porque había muy poca luz. Usé la sensibilidad máxima de mi cámara (ISO-3200) y expuse durante 1/4 de segundo. Podría retocarla para resaltar mejor los colores, pero la voy a dejar así.

Me hace gracia cómo han salido, con uno de los adultos mirándome fijamente, como preguntándose «y este, ¿qué quiere?».

Y para terminar, aprovecho la temática para poner uno de los guardianes de mi cuarto:

1 comentario:

Risco dijo...

¿Te comenté algo de los leones de el goloso?