Un blog personal sobre el carril bici que une Tres Cantos con Madrid y Colmenar Viejo.

domingo, 13 de febrero de 2011

El camino de Santiago desde Segovia

Entremos en contexto. Tras varios días de viaje de trabajo en Segovia, el viernes parece que la cosa toca a su fin. Tengo el billete de tren a las 16:07 para ir en el AVE desde Segovia a Madrid, pero llego a la estación de tren con casi dos horas de adelanto.

Por otro lado dicho viernes me tocaba correr, pero las circunstancias me impidieron hacerlo por la mañana. Me hago en mi mente la idea de correr cuando llegue a casa, pero veamos las dos posibilidades:

a) llego a casa, dejo la maleta, no como, no me siento en el sofá, no miro mi correo, nada. Me pongo los zapatos de correr y salgo disparado.

b) llego a casa con la intención de correr. Me siento en el sofá, miro el correo, me tomo un café, me pongo las pantuflas... y al final no corro.

Está claro, según el principio de la navaja de Occam, que dice que la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta, todo apuntaba a que acabaría cayendo en el pozo de potencial de la opción (b).

Así que adelantándome a los hechos, dejé la maleta a mis compañeros de trabajo en la estación de tren, me cambié en el baño y me puse a correr sin pensármelo demasiado.

Salgo de la estación del AVE de Segovia, y como no conozco la zona, pues tiro para la derecha. Hay un aparcamiento grandecito pero que se termina enseguida y luego una especie de vía de servicio para el tren. Las vacas me siguen con la mirada desde el otro lado de la valla.

Mi sorpresa llega tras aproximadamente un kilómetro. Un estupendo camino de tierra que promete bastante se presenta a la izquierda con (¡atención!) un hito de piedra del camino de Santiago, concretamente el que está a 584 km (lo reconozco enseguida, pues como sabéis, paso dos veces al día delante de los hitos de la parte del camino que pasa delante de Tres Cantos, a 654 km).


hito a 582 km de Santiago (lamento la calidad de las fotos, pero sólo tenía el móvil cuando las tomé)


Sin pensármelo dos veces, me voy por el camino de tierra, y corro durante un rato, hasta llegar al hito que está a 580 km. Habría seguido, pero a esa altura vi a lo lejos un mastín que casi con certeza era un buenazo, pero careciendo de una evidencia que me confirmase esta parte de la idiosincrasia del can en cuestión, decido que lo mejor es dar media vuelta. Así que me pongo a correr hasta el hito que está a 585 km. Luego decido volverme por la vía de servicio a la estación de tren. Me cambio, me tomo una buena merienda, y de vuelta a casa.






¡Cómo me alegro de haber aprovechado ese tiempo «sobrante»! Doce kilómetros viendo la sierra desde el otro lado bajo la luz del sol.

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