Dicho ingrediente no lo encontré, pero al igual que un buen cocinero, encontré un buen sustituto que me valió: el ingrediente en cuestión se llamaba «no hay más narices».
El Acueducto de Segovia [Fuente: Wikipedia; ¿que por qué? Pues porque me he dejado el adaptador de la tarjeta de Ceniciento en casa]
Así que me puse las zapatillas, salí del lugar en el que me alojaba y a correr. Estaba a algunos kilómetros de Segovia, pero no tardé mucho en pasar debajo del acueducto. Por el camino vi dos iglesias románicas que según el cartel eran la Iglesia de San Millán y la de San Clemente. Luego seguí corriendo un kilómetro y pico más y di media vuelta. Ducha y a correr que no hay tiempo para desayunar. ¡Y que me quiten lo bailao!
Por cierto, no me olvido de que tenemos pendiente un chocolate con churros/porras; no me corresponde invitar porque superé el reto chocolatero, pero estaría bien celebrarlo. Y otras cosillas de las que os hablaré cuando tenga algo más de tiempo.
3 comentarios:
Tu si que sabes Eynar!!! Turismo atlético en viaje de trabajo, ole! Y a las seis de la mañana! Te mereces que te invitemos nosotros al chocolate, je,je
Por cierto, ¿no te animas este año con otro reto?
Un saludo
Buen sitio para correr. Anímate a su media que es lo mejor de los alrededores,
Pingüina, el próximo reto lo publicaré en breve, y también habrá premios varios para los que comenten si no lo consigo, así que habrá que estar atentos ;)
Risco, tomo nota, aunque parece que este año coincide con corre por una sonrisa, la cual me apetecía probar... veremos, pero gracias.
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