Un blog personal sobre el carril bici que une Tres Cantos con Madrid y Colmenar Viejo.

viernes, 28 de agosto de 2009

Dejándome la piel... y algo de chicha

Y cuando hablo de chicha no me refiero a que haya adelgazado, no. Resulta que iba tan feliz ayer corriendo por el carril bici, cuando de pronto me tuerzo un poco el tobillo y caigo platealmente (ahora me dice el corrector ortográfico que platealmente no es español... qué cosas), dando una pirueta bastante curiosa. Pena que no hubiera ciclistas en ese momento; de haberlos habido, habría pasado con la gorra para hacerme un dinerillo, que nunca viene mal.

Pues bien, cuando me voy a levantar veo que entre los daños colaterales se encuentra mi rodilla. Parece como si hubiera venido el charcutero (el corrector ortográfico dice que charcutero no existe y me recomienda usar chaquetero, pero bueno, vosotros ya entendéis) a coger una loncha de muestra. Al contrario de lo que sucede con las lonchas de jamón york, en este caso empieza a salir sangre a lo bestia. Y yo me pregunto: ¿tanta sangre necesita el pellejo de la rodilla? ¡Menudo derroche de hierro!

Cuando esto sucedió estaba exactamente en el cartel que indica la salida de camiones, el cual curiosamente está exactamente en el punto medio de mi recorrido del carril bici, no muy lejos de El Goloso. Estupendo. O sea que antes de llegar a Tres Cantos tengo unos cuatro kilómetros. Pero si me quiero pasar por la enfermería de la UAM tengo... otros cuatro. Qué bien, y yo con la rodilla hecha unos zorros, aquí en medio del desierto y con mi proteoma esparcido por el carril bici.

Mi rauda mente apresura un plan de evacuación que consiste en cruzar el puente rojo (el que hay al sur de Tres Cantos, un kilómetro más al sur del puente verde) y pillar el primer bus que pase. Pero aun así no puedo ir chorreando sangre. Como soy una persona de recursos, y además me he visto muchos capítulos de MacGyver, agarro un calzonzillo (no os riáis que es verdad, y os quería ver a vosotros en esas) que tengo en la mochila azul de correr (el que uno usa para cambiarse después de la ducha), me lo ato en torno a la rodilla y tiro p'alante.

He aquí una imagen que documenta los hechos:



Lo del calzoncillo parece que funcionó, así que recomiendo a todos los corredores que lleven calzoncillos por si acaso.

En la parada de autobús cojo el 713, que no tarda en llegar. Y probablemente iba a la misma velocidad de siempre, pero a mí me parecía que iba pisando huevos. Al final llego al centro de saludo del Sector Oficios justo cuando estaban a punto de marcharse las enfermeras (buena suerte para mí, mala para ellas, jeje). Me atendieron estupendamente y no comentaron mucho sobre el calzoncillo (como yo no dije que era el de repuesto, igual pensaron que me había despelotado en pleno carril bici para cogerlo... aunque por supuesto eso hubiera sido mejor que ir perdiendo sangre a raudales) y me dejan lo mejor que se me puede dejar, es decir, con esto:



Y hala, para casita que se hace tarde.

Lo que más rabia me da de todo esto es que, aunque no es una herida profunda, sí que es amplia, con lo que no voy a poder correr ni nadar durante unos días. Con las ganas que le tenía yo. Para que veáis si tenía ganas, que ayer estaba volviendo corriendo a pesar de andar incubando una gastroenteritis que se desató la pasada noche en todo su esplendor. Vaya un pupas estoy hecho esta semana. Pero no os preocupéis que volveré a las andadas antes de lo que se piensa.

6 comentarios:

Risco dijo...

Menudo porrazo. Espero no sea nada.
No sé si tranquiliza mucho un tio con un calzoncillo ensangretado en la rodilla a la hora de entrar en el bus.
Creo que hubiese seguido corriendo o andando.

Marga dijo...

No vas correr en los próximos días después de Portugal, qué pena. Habían muchos pasteles de nata que querían salir...;)

Oli dijo...

¡Vaya pepinazo! Espero que no sea grave y puedas triatlonear pronto (a ver qué te sugiere el diccionario con ese palabro).

Y para que luego digan las mujeres que nosotros no ensangrentamos nuestra ropa interior... :S


OLI I7O

Eynar Oxartum dijo...

Gracias por los mensajes. Parece que la cosa va mejorando, a su ritmo. Yo mientras tanto me subo por las paredes. Esto de no poder correr, ni nadar, ni ir en bici es un rollo.

biciclo dijo...

Tortazo al canto. Buenos, son las cosas de hacer deporte, o más bien de moverse. La última mía también fue para pasar la gorrita a los presentes. En dos palabras, pedales automáticos, parar en un semáforo y no quitar bien el pie. Caída a plomo, con un poco de mala suerte al pasar la pierna por los dientes del plato grande, parecía un zarpazo de un oso pequeño. Fue más el cabreo por no hacer las cosas bien que los raspones con sangre y grasa en la pierna. Consecuencia inmediata quitar los pedales, a la larga ponerlos de nuevo, se pedalea mucho mejor con automáticos. Y seguro que otra vez me caeré, pura estadística.

Eynar Oxartum dijo...

Qué mala suerte lo de tu caída. De todos modos, la estadística también dice que a medida que se usan las cosas se adquiere más destreza. Así que la probabilidad de no quitar bien el pie de los automáticos será más pequeña en el futuro.

Pero sí, estas pequeñas heridas de guerra son el precio que hay que pagar para moverse. Aun así, compensa.