Un blog personal sobre el carril bici que une Tres Cantos con Madrid y Colmenar Viejo.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Hiriaren erdialdea

Hace tiempo que no escribo nada aquí, y es que la verdad he estado con un gripazo que pocas ganas tenía yo de correr y de bloguear. Pero hoy era el gran día y me he lanzado a la Universidad corriendo como de costumbre. Un poco difícil llevo lo de alcanzar las quince carreras esta quinqueta, pero bueno, se intentará.

Dando por concluido el párrafo anterior, que parece más bien la sección de lamentaciones, quería hablar de la última carrera que me di antes del gripazo. Resulta que por esas vueltas que da la vida (y los congresos) me encontré en Pamplona. Nunca antes había estado en Pamplona, pero, al igual que me pasó el mes anterior, cuando fui a Córdoba, puesto que soy el que soy, me llevé los zapatos de correr, y desde luego no me iba a volver a Madrid sin haberlos usado en la zona de los chicarrones del norte. Así que el jueves decidí hacer lo que hice en Córdoba: darme una vuelta por la ciudad corriendo y tratar de encontrar los lugares más emblemáticos de la zona.

Bueno, para ser precisos, lo que me propuse en un principio era dar varias vueltas a un parquecillo que había cerca del hotel. Pero a la primera vuelta decidí que no había tanto semáforo como para impedirme correr comodamente por la ciudad (algo que se demostró completamente falso), y me salí del recorrido preestablecido. Gran error. Bueno, el error no fue salirme del camino preestablecido, sino no haberme documentado bastante antes de lanzarme a la aventura. Claro, como me salió bien en Córdoba, pensé que me iba a salir bien aquí también.

Pues resulta que aunque Pamplona no es una metrópoli, me perdí varias veces, no encontré el centro, pasé varias veces por los mismos sitios, me tuve que parar a ver mapas de los de las marquesinas de los autobuses... Vamos, un desastre.

Al principio iba siguiendo las indicaciones que decían «hiriaren erdialdea» (a juzgar por el símbolo que había en el cartel de un círculo con un punto en el centro, aquello debía significar algo así como «centro ciudad»). Y nada, que por más que iba hacia el centro, el centro nunca se presentaba...

Estaba en la plaza de San Miguel (creo que se llama así), y ya quería ir volviendo al hotel para darme una ducha e ir al congreso. Ya era la segunda vez que pasaba por ahí, y no tenía ni idea de para dónde tirar, así que le pregunté a una mujer de las que controlan que la gente aparque como debe. Me mira y me pregunta «a pie o en coche» y yo le digo «a pie, bueno, corriendo»; y va la tía y me suelta con toda la sinceridad del mundo «sí, pues con la pinta que llevas más te vale que vayas corriendo». Oye, pues mira, tenía razón: iba todo sudado, con pantalón corto y bufanda a la vez... Debía de tener una pinta tremenda. Se agradece la sinceridad. Y agradecí también las indicaciones para regresar a la avenida de Pío XII.

Pero ahora que lo veo con perspectiva, estoy contento de haber corrido ese día. Es una forma de conocer la ciudad, y aunque fue un poco frustrante no haber visto lo que buscaba (que en parte se debe a que no tenía muy claro qué buscar, pero también esa era la gracia) estoy contento de haber visto un poco cómo está hecha la ciudad de los ciudadanos, y no tanto la Pamplona de los turistas (la de los guiris que corren por la calle Estafeta).

Me gustó ver cosas en vasco. Aunque tuve la impresión que tuve en Dublín con respecto al idioma irlandés: el vasco se usa mucho en edificios públicos y cosas con pinta oficial (como los nombres de las calles), pero no tanto en comercios y otras cosas de carácter privado. No es como en Cataluña, que las cosas más normales del mundo están en catalán (los carteles de rebaixes, los anuncios, etc). Una cosa que me hizo gracia: ahí la calle de Alfonso el Batallador se llama Alfonso Borrokarra (o algo similar, corregidme si me equivoco). ¡Claro! «borroka» (como en «kale borroka») significa «lucha»... Y es que hace ilusión reconocer una palabra, aunque sea sólo una, en un idioma tan distinto.

4 comentarios:

Oli dijo...

Está bien eso del "turismo express", corriendo por las ciudades. Yo hice algo parecido a eso con la maratón Moncloa-Moncloa.

El euskera tiene pinta de ser una lengua complicada de coj**es. Entiendo que te hiciera ilusión reconocer esa palabra... por cierto, pensaba por tu nombre que serías de por aquellas tierras (aunque ahora que lo pienso, ser del país vasco no implica hablar euskera).

Tenemos pendiente un cafecico, ¿no? Aunque sea en Portugal... :o)


OLI I7O

Eynar Oxartum dijo...

Ahora que me fijo, no había contestado a este comentario tuyo, qué detalle tan feo, ¿no?

Ya había visto lo del maratón Moncloa-Moncloa. Igual cuando tenga tiempo me lo hago en bici y lo pongo en mi blog. ¡Mira que si al final creas una tradición!

Aunque soy un mejunje de varias tierras, las tierras que dices no se encuentran en mi ensalada genético-cultural (que yo sepa, aunque a saber). Lo del nombre tiene su historia, como Oli, pero quizá mejor le dedico una entrada algún día.

Oli dijo...

Maremía, qué cosa más rara he soñado hoy. Cogía la bicicleta y me recorría unas montañas rarísimas (parecidas a Tirolingia). En un momento, estaba casi deshidratado y me metía a un bar a pedir agua. El dueño me dice que no y me echa. Entonces monto un pollo y salto a su cuello y empiezo a morderle y chuparle la sangre... Puaj. Debe de ser que me afectó la peli "Déjame entrar".


OLI I7O

Eynar Oxartum dijo...

¿Sangre de tabernero tirolingio? ¡Puaj! Los sueños son así de raros. Seguro que te entró sed en el sueño y se te mezcló con lo de la peli.