Inauguro este blog con las impresiones de la que ha caído hoy.
Como (casi) cada mañana desde que trabajo en la Autónoma, me puse la mochila de correr al hombro y me lancé a los 8.68 km de carril bici que separan Tres Cantos de la universidad.
El asombro llegó cuando antes de salir miré por la ventana y vi la pista de tenis de la comunidad de color blanco. ¡Guau!
Lo bueno
Es la primera vez que corro entre la nieve, y la verdad es que ha sido una experiencia estupenda. Es curioso, pero en dos años corriendo en Dublín no me había encontrado nada parecido. Me lo tengo que encontrar ahora que acabo de volver al sur.
No corrí muy rápido, más que nada porque me llevé mi cámara de fotos y de vez en cuando me paraba para inmortalizar el momento. Ahora no las puedo poner aquí porque no tengo a mano el convertidor para conectar la tarjeta de memoria al ordenador, pero en cuanto regrese a casa las pongo.
La nieve no era muy alta cuando corrí por el carril bici, quizá un centímetro o así. Correr entre nieve, si no es muy alta, es mucho mejor que correr bajo la lluvia, claro: la ropa no se empapa, los zapatos tampoco, y con un poco de suerte cortan la carretera a los coches y se está más tranquilo. Y al fin y al cabo no hacía tanto frío, según el termómetro del Hotel Foxa 3 Cantos (que no sé qué reputación tendrá) estábamos a dos bajo cero. Otras veces sin nieve he corrido con más frío, y la verdad es que cuando el cuerpo se calienta uno no lo nota tanto.
Además, con un centimetro de nieve el suelo es mucho más blandito, algo así como correr entre césped, lo cual es muy bueno para las articulaciones.
Lo malo
Parece que habría que incluir entre lo malo la posible pulmonía que uno se puede pillar. Lo cierto es que no creo que la nieve aumente las probabilidades de coger un buen resfriado. Eso más bien depende de la gente que hay cerca (y que te lo pega) unido al frío (que debilita el sistema inmune, y con el amigo resfriado no es muy bueno). La sensación de frío es mayor si uno está mojado, pero cuando nieva la ropa no llega a empaparse como cuando llueve. Así que esto lo descarto (salvo en casos de mala suerte).
Otro peligro posible sería que un vehículo deslizara hacia un lado y me diera. Pero el carril bici está muy apartado en el 99.2% del recorrido, y separado por guardarraíles y pequeños muros de hormigón, así que esto tampoco era muy arriesgado.
El peligro que he visto ha sido más bien en las bajadas, que a veces deslizaba un poco el pie. En esas ocasiones la probabilidad de torcerse uno un tobillo son mucho mayores. Si esto sucede, uno puede acercarse a la parada de autobús más cercana y seguir calentito en transporte público.
También otro "peligro" es que uno se puede salir del carril bici y sin darse cuenta ir por en medio del campo. De hecho, esto me pasó. De pronto me dije «uy, qué raro, hierbajos en medio del carril bici, ¡no recordaba haberlos visto antes!».
El feo
Sí, eso mismo es lo que debían de pensar de mí los que iban en coche.
En un par de ocasiones la gente que iba en coche me llamó la atención, creo que mostrando su empatía. Unos tocaron la bocina, como cuando España pasa a cuartos, y otros gritaron desde la ventanilla "dale duroooooo". ¡Me hizo gracia! La gente que iba en coche debía de pensar que era un machote correcaminos o un gilipollas sin paliativos, una de dos. Al haber tanto coche por la M-607, lo más probable es que hayan pensado de todo.
Sólo vi pisadas de vez en cuando, durante algunos metros del recorrido. La mayoría eran de pajaritos que pululaban por ahí. El resto eran probablemente de gente que iba a la parada de autobús o algo así. También durante algunos metros vi unas marcas como de bici, pero no duraron mucho. Al principio pensaba que eran dos bicis, pero probablemente se trataba de la misma bici, de vuelta. Y es que en bici sí que no me lo habría hecho, menuda torta más tonta se puede uno pegar si se descuida. Luego ves a decirle a la gente que te la has dado por pedalear entre la nieve. El caso es que, si no venía nadie siguiéndome, creo que yo fui hoy el único que usó el carril bici entero (a juzgar por las marcas en la nieve).
Fue una buena oportunidad para practicar para el maratón que me gustaría correr algún día en la Antártida (aunque el precio para apuntarse a esa carrera es un poco más caro que el que estoy acostumbrado a apoquinar).
viernes, 9 de enero de 2009
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